“Siento que no pertenezco a nada”

EN CORTO:

“El flamenco se puede aprender, modificar, pero hay cosas que naces con ella, y la herencia que mi padre me dejo la forma de sentir y la voz”

“Lo de ser mestiza me ha hecho ser como yo soy, y ha marcado el carácter que tengo”

“Gracias a ese ‘ojo’ que me enseñó mi madre, siempre he visto al arte acompañado de una visión crítica del mundo”

ENTREVISTA A Lourdes Pastor Martínez

“Siento que no pertenezco a nada”

“Que me van a condenar

Por mi razón y mi conciencia

Que me van a condenar

Por ser mujer ya vivo presa

¡Ay mare mía qué pasaráǃ

Porque no somos esclavas

Queremos ser nuestras dueñas

Nacemos libres, hermanas

Y no queremos que nos vendan”

Esta letra que arroja dolor, desgarro y ansias de libertad, está considerada el primer martinete feminista de la historia. Un estilo o forma flamenca que históricamente ha estado ligado a la figura del hombre. Un cante primitivo que ahora, en pleno siglo XXI, ya se canta y se grita desde el feminismo. La autora de este hito es Lourdes Pastor Martínez (Puente Genil, Córdoba, 1981) cantante, socióloga y activista feminista, que el próximo día 30 de noviembre se subirá al escenario del Teatro María Luisa de Mérida en uno de los actos organizados por el 25N por el Ayuntamiento de la capital extremeña. De madre paya y padre gitano está convencida de que ese mestizaje, en el caso del flamenco, “ha sido un regalo”; y es que la cordobesa lleva el flamenco como lenguaje vital y, al resto de las músicas, como riquezas naturales que nos brinda la propia vida. Su madre es la activista feminista, Rafaela Pastor; y su tía abuela, la artista “»Estrella de Córdoba” por lo tanto, para Lourdes Pastor, defender lo justo y hacerlo además, a compás, es algo natural. El próximo jueves, además, estará acompañada en el escenario por la primera instrumentista extranjera en ganar el premio “Filón Minero” (2021), la misma, que en este rincón cultural nos decía que “no entendía por qué era la primera en ganarlo”; y Melón Jiménez, guitarrista y compositor madrileño que pondrá las cuerdas a un concierto solidario, honesto y justo. Para asistir, cantarlo y contarlo. Pasen y lean.

Flamenco, jazz, bossa nova, copla…, ¿con qué género se gritan mejor y más fuerte las desigualdades?

Creo que con el género de la verdad es como se grita más fuerte. Cada una en el estilo que lo sienta y siempre desde la verdad. Hay muchas canciones con potencia en el flamenco, en el blues…, Yo procedo del flamenco porque vengo de una familia en la que mis abuelos eran muy aficionados. He crecido escuchando en el transistor en el patio de casa a Rafael Farina o a Manolo Caracol. Mi tío, Juan Carlos Pastor Martínez, ha sido y es muy importante en mi carrera. Cuando con 10 u once años te regalaban en Reyes muñecas, él me regaló un disco de Los Gypsy Kings y La Leyenda del Tiempo de Camarón. Siempre he tenido la fortuna de vivir y ver como venían los gitanos a mi casa de Puente Genil a cantar villancicos, bulerías, tangos…, he podido ver como mi bisabuela se moría en su cama…, todo eso es flamenco. Nunca he vivido con mi padre, pero eso me viene de él, un gitano de Don Benito. Estoy convencida de que nacer mestiza, en mi caso en el flamenco, es un regalo porque el metal de la voz te viene de fábrica. El flamenco se puede aprender, modificar, pero hay cosas que naces con ella, y la herencia que mi padre me dejo la forma de sentir y la voz

Hija de madre paya y padre gitano. ¿Le ha sido más difícil o fácil encontrar el argumento a su lucha?

No sabría decirle…, es cierto que, en una época, cuando estaba en el colegio, se metían conmigo porque me decían que mi padre era gitano, que mi madre tal, cual…, ¡me decían barbaridades! Lo cierto es que, sin haber vivido con la familia de mi padre, he sentido tanto el racismo como el machismo, porque yo vivía sola con mi madre que era soltera. Lo de ser mestiza me ha hecho ser como yo soy, y ha marcado el carácter que tengo. Siempre he sabido de dónde venía y por eso siempre he reivindicado los derechos de las mujeres y el pueblo gitano. Nunca me he sentido completamente nada, ni paya ni gitana; para mi ser mestiza es una riqueza. Siento que no pertenezco a nada.

¿Cuánto hay de genética, familia y dedicación cada vez que se sube a un escenario?

¡Qué bonita la pregunta! Pasión: toda, sea el escenario que sea, porque a mí la música me ha dado una dimensión y un sentido a mi vida, que ha hecho que me encuentre más; me ha permitido encontrar mi espacio privado, mi cuota de libertad y a ser más profunda en la música. La genética me sale de forma espontánea: la siento y me atraviesa, y en determinados momentos, siento de dónde vengo y también, que a través de mi se expresa el eco de un pueblo entero. Y eso está ahí, mis maneras, ¡son de mi familia totalmente! muchas veces me doy cuenta de que cosas que hago, ¡ya las había escuchado a mi abuela, a mis tías cantar! yo soy muy coplera cantando, y eso sale ahí en el escenario y todo lo que yo he aprendido con mi tío con el que hice mi primer y segundo disco. ¿Dedicación? la gente lo ve, porque no solo es la dedicación de prepararte mental y físicamente, sino todo el tiempo que se dedica y el que dedico a proyectar lo que quiero contar; es también contacta con el teatro, hacer el mejor equipo…, es un trabajo de 24 horas.

Tras varios años de trabajo, el 14 de abril de 2023 coincidiendo con el Día de la República publicó oficialmente el álbum «La revolución a la vuelta de la esquina», un proyecto que comenzó con el apoyo de Carlos Bardem, Esperanza Fernández, Fran Perea y Sandra Carrasco…  

¡Me llevó tres años! Este disco ha sido, sin duda, un impulso a mi carrera

Es la autora del considerado primer martinete feminista, el mismo que se puede escuchar junto a Esperanza Fernández, ¿tanto le cabe al flamenco?, ¿Qué sintió al pensarlo, crearlo y escucharlo?

Ese martinete me levantó en mitad de la noche. Antes de dormir había visto en la televisión, no recuerdo en qué país, como enterraban, hasta la mitad del cuerpo a una mujer a la que iban a matar a pedradas…, luego vi a otra con un burka…  pensé: ¡como, en la época que vivimos, se puede hacer esto con los derechos humanos! El martinete es un cante duro, a martillo, un cante de dolor, de grito…, todo esto me despertó a las dos de la mañana…, y ahí está.

¿En qué momento conjugó su grado en sociología con su pasión por el flamenco, en ese ‘flamenco social’ que promulga?

He sido flamenca toda mi vida y precisamente, uno de los motivos que me llevó a esto, fue acercarme al conocimiento de la sociedad y, a la inquietud de los gitanos. Fue una de las causas y ya, en el primer año de carrera, me metí en un grupo de teatro. Gracias a ese ‘ojo’ que me enseñó mi madre, siempre he visto al arte acompañado de una visión crítica del mundo. Mi madre es una mujer que ha antepuesto, a costa de su bienestar y tranquilidad personal, la defensa de lo que era justo. Es una mujer muy valiente que ha defendido, con la boca grande y sin complejos, los derechos de las mujeres, gitanos y lo más excluidos de la tierra.

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M. Isabel Rodríguez Palop

M. Isabel Rodríguez Palop

Una apasionada del Flamenco.

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