“Para jugar tienes que saberte las reglas”

EN CORTO:

“En “The Game” hay flamenco de vanguardia, tradicional, toque, baile…, es un proyecto muy bonito que está funcionando muy bien”

“Hay que quitarle dureza al flamenco para que el público menos entendido pueda recibirlo de forma más amable”

“Cuando creo que una idea vale, me gusta insultarla, y ver si lo soporta, cuestionarla”

ENTREVISTA A JESÚS CARMONA, bailaor y director artístico

Hay quien siente el flamenco como un corsé; la danza como una disciplina; el cante como un grito y la guitarra como un pasadizo a ninguna y a todas partes…, y también hay quien entiende todo eso como un juego. Un juego en el que es imprescindible conocer las reglas, para dejar de cumplirlas. Esa es la propuesta de la obra “The Game” del premio nacional de danza, Jesús Carmona (Badalona, 1985) que, como bailaor y director artístico, junto a Juan Requena y José Valencia logra construir una obra única que, aunque ya se ha podido disfrutar en Japón, en el Festival de Jerez lo hará tan solo para unos 250 privilegiados en el Salón Don Jorge del Museo de la Atalaya de la capital del flamenco. Porque nunca se volverá a representar de esa manera, de tú a tú, en pie, de cara al público. En este espectáculo concebido para la libertad artística en su máxima expresión dentro del lenguaje del flamenco, Jesús Carmona, Juan Requena y José Valencia se unen para disfrutar del arte sin contemplaciones al servicio de la narrativa.
José Valencia al cante, Juan Requena a la guitarra y Jesús Carmona en el baile interiorizando un mundo onírico, donde la luz, la iluminación, es clave, como en todas las obras de Carmona y en el que en diferentes juegos, diferentes bloques, se recorren más de diez estilos de flamenco; se mantiene la ortodoxia y se ríe, se juega, y se comparten momentos irrepetibles. Un trío de ases para un juego único, y una oportunidad única para zambullirse en ese momento tan íntimo como es el de dejarse llevar, por quienes saben. Pasen y lean.   

¿A qué jugáis en esta obra?

Juan Requena, José Valencia y yo mismo llevamos mucho tiempo nutriéndonos unos de los otros, y eso es lo que hacemos en “The Game”. No es un trabajo individual, sino que los tres aportamos ideas; nos cogemos de la mano y vamos juntos en el proceso de creación. No es como suele ser en el que un bailaor contrata, decide…, sino que nosotros hemos determinado hacer este juego para nosotros porque dentro del flamenco hay mucha historia, drama, pero también risa, divertimento y pocas veces se manifiesta en un espectáculo. Solemos recurrir a la parte más dolorosa del flamenco y aquí hemos decidido ponernos a jugar, pero hay que tener algo claro: para jugar tienes que saberte las reglas. Los tres las conocemos y hemos jugado saliéndonos de ellas. Acabamos de llegar de Tokio y volvemos muy satisfechos. En “The Game” hay flamenco de vanguardia, tradicional, toque, baile…, es un proyecto muy bonito que está funcionando muy bien.

¿A qué cree que se debe su éxito?  

Porque conecta con algo que no es lo habitual en el flamenco. Al margen del fin de fiesta, el flamenco tiene generalmente más momentos rígidos, por decirlo de alguna manera, y creo que esta fórmula que hemos encontrado abarca el flamenco en toda su amplitud. Con esa mirada amable, bonita, sonrisas, risas y con un hilo argumental que se divide en tres bloques donde también hay lugar para la improvisación. Una improvisación pactada, aunque es verdad que se crea un momento especial y único.

¿Cómo se desarrollan esos juegos, esas partes en la obra?

Dividimos “The Game” en tres escenas. En el primer bloque hacemos una ‘juntaera’ representamos un poco ese momento en que se juntan tres artistas y en el que cada uno conecta con el otro, y de forma natural, se crean momento mágicos y únicos. Es un primer bloque en el que nos vais a ver reír, disfrutar y en el que, con el flamenco en su máxima expresión, y más abierto que nunca, hacemos un juego de palos con los que a lo mejor en 15’ pasamos por diez estilos del flamenco, y con el que el entendido disfrutará de ese recorrido de respeto y sapiencia. En este primer acto se pasan por muchos palos de forma orgánica y natural y en el que nos permitimos equivocarnos si tenemos que hacerlo, reímos o enfadarnos si hace falta.

El segundo bloque es más estático, más formal, y se trabaja desde un lugar más emotivo. El aficionado se encuentra con tres sillas, tres hombres, reflejando la simbología de ese camino donde el intérprete va para adelante y atrás. El flamenco no para de crecer y los intérpretes no paramos de hablar nunca. Nunca se deja de aprender en el flamenco, ya se sabe, y efectivamente pasa, en este segundo acto, en el que no paramos de crear, andar, deshacer, hacer, y aunque es más estático, lumínicamente nos sitúa en un lugar onírico. Me gusta mucho trabajar desde la luz, con esa idea de ser etéreos, de pisar tierra, si, pero mostrando ese contraste visual del suelo con lo volátil.  

El tercer bloque es abrir la caja, quitarse la corbata, respirar, disfrutar el compartir desde un lugar super bello porque ya llegamos con la mochila cargada de emociones, con unas alegrías de Córdoba, y donde esa mochila va mostrando todas las cartas de ese camino que estamos haciendo.

¿Qué te ha supuesto bailar y dirigir?

Bailar, desde la conciencia y la serenidad, siempre es difícil, pero sí que es verdad que una dirección lleva cavilar mucho, dar muchas vueltas. Cuando creo que una idea vale, me gusta insultarla, y ver si lo soporta, cuestionarla. Hablar muchísimo de ver lo que queremos transmitir al público, lo que no queríamos, lo cuestionamos todo. Es una obra que está redonda y donde no se ha permitido quedarnos con la idea que queríamos ver, sino que la que tenía que ser.  Es que puedes querer algo en concreto, pero comprobar, que en la evolución del espectáculo no tiene cabida esa escena. Es complicado responder a esa pregunta…, la creación conlleva mucho cavilar y el bailar un esfuerzo intelectual, físico…, es complicado

¿Y para el 2024?

Aún, estamos haciendo el equipo técnico y artístico, pero la idea sobre la que estamos trabajando surge a raíz de leer un artículo sobre el trastorno asociativo que está derivando de todas esas versiones que tenemos de nosotros mismos. Escogemos uno u otros rasgos según las personas con las que nos relacionemos; unos u otros parámetros para encajar más y mejor en ese grupo social. Trabajamos en cómo el ser humano es capaz de transformar la personalidad por conveniencia para subsistir en este mundo. La supervivencia a nivel básico (alimentación…etc) está cubierta, pero a nivel emocional nuestra sociedad, nuestra generación, la vive de una forma muy especial. Estoy trabajando en esa forma de subsistencia, no sé a donde llegará ni como se desarrollará.

Por último, ¿con qué no se juega en la danza y en el flamenco?

Creo que se debe poder jugar con todo, pero eso está en los parámetros de cada persona; según lo serio que te lo tomes porque todo tiene un punto. Te tienes que poder reír de las cosas que te pasan, y en el flamenco debe pasar igual. Hay que quitarle dureza al flamenco para que el público menos entendido pueda recibirlo de forma más amable.

Facebook
Twitter
LinkedIn
M. Isabel Rodríguez Palop

M. Isabel Rodríguez Palop

Una apasionada del Flamenco.

Relacionados

Post's relacionados