Mónika Bellido

«El flamenco no nació en altas cunas, más bien en la cuneta»

Mónika Bellido (Algeciras, 1972) ejerce como docente en el Aula Universitaria de Flamenco de la Universidad de Cádiz desde hace más de una década, pero esta filóloga y periodista es algo más: una defensora a ultranza del flamenco como estilo de vida, y como manual vital de subsistencia. Hablamos con ella, y compartimos pasiones y devociones. Un lujo saber que hay gente así. Un lujo para aficionados y para el flamenco.

Periodista, y filóloga, ¿cuándo se filtró el flamenco en su carrera profesional?

Yo creo que bailo desde que tengo uso de razón, desde que estaba en el vientre de mi madre. Creo que hay ciertos aspectos que tienen mucho que ver con el lugar donde uno nace, con la tierra, con tu esencia, con el hogar. Y, en el mío, la música siempre ha tenido un espacio muy importante. Nuestras celebraciones familiares siempre han estado en clave musical y el flamenco ha sido la banda sonora de mi infancia. Por tanto, no hay un momento preciso en el que pueda decir: «aquí empezó todo, aquí empezó a gustarme el flamenco». Destacaría cuando mi abuela Concha me llevó de niña por primera vez a una escuela de flamenco, aquello fue todo un descubrimiento y un punto de partida muy importante en mi desarrollo posterior. Después vendría la Cátedra de Flamencología en Granada, que también marcó mi carrera como bailaora. Pero, creo que realmente uno es la suma de sus experiencias y de su aprendizaje a lo largo de la vida.

«Busca el compás» en un musical flamenco para niños… ¿les cuesta ‘encontrarlo’ con tan poca edad?

En absoluto. La verdad es que trabajar con el público infantil es de lo más tierno que he podido hacer en relación con mi profesión. Los niños son intuitivos y tienen una gran capacidad para adaptarse a lo que les pides durante el espectáculo. Son capaces de seguir los ritmos con mucha facilidad y tienen una gran predisposición a colaborar. En busca del compás es, la verdad, un espectáculo muy original porque les invita a acercarse al flamenco de una manera lúdica y didáctica. El lenguaje corporal es una herramienta imprescindible para trabajar con ellos y es un lenguaje que ellos siguen con fluidez. Creo que es necesario enseñar a los niños qué es el flamenco y hemos encontrado la fórmula para hacerlo de manera muy divertida.

Siempre admiró a Paco de Lucía, ¿cómo le recuerda?

Silencioso, sencillo, reservado, de ojos inteligentes. Así lo veía yo. Creo que Paco era sobre todo un buen hombre y eso no se puede impostar. Pude compartir escenario en una ocasión con él, en un concierto de Alejandro Sanz en el que colaboraban Paco de Lucía y Presuntos Implicados. Yo tenía que dar mi pataíta por bulerías y allí estaba petrificada mirándolo antes de salir al escenario a bailar. No me lo podía creer… Paco de Lucía construyó una catedral para el flamenco contemporáneo que permanecerá ahí por los siglos de los siglos.

¿Qué le aporta el baile a su vida, y la didáctica al futuro de esta expresión artística?

Yo siempre digo que bailar dibuja sonrisas y que cuando bailamos los problemas se esfuman. El baile no es sólo una actividad física. Tiene mucho que ver con la espiritualidad y con tu conciencia de ser. El flamenco es un arte que te da la oportunidad de expresar tus sentimientos, dando a tu estilo un sello de identidad propio. El baile flamenco es una danza de fuerte carácter individual. Es un baile de autor y, por tanto, te aporta una serie de recursos que invitan a ahondar en tu propio yo. El baile te permite entablar un doble lenguaje; el que usas con el público y el que empleas contigo mismo. Este verano he ofrecido en los Cursos de Verano de la UCA un taller denominado El baile flamenco, viaje a las emociones y ha sido una experiencia increíble. Con la ayuda del psicoterapeuta conductual Jorge G. Téllez y la bióloga y pianista Estefanía P. Solís, hemos abierto un nuevo camino sobre el que seguir trabajando para explicar los efectos beneficiosos que puede tener la práctica del baile flamenco en el ser humano.

Ahora que vivimos con los libros de autoayuda en la mesita de noche, resulta que tenemos a mano el remedio más sencillo y más natural que podamos emplear como antídoto para el vacío, que es la cultura. Y en nuestro caso, el flamenco, que además nos ayuda a sanar los males del alma.

Le atribuyen ser una ‘activista’ del flamenco, ¿cree que aún hay que reivindicarlo?

Siempre hay que reivindicarlo, porque durante mucho tiempo se le ha estigmatizado. El flamenco no nació en altas cunas, sino más bien en la cuneta. Ahora, afortunadamente, podemos asistir a grandes espectáculos de flamenco pero no nació ahí. Nació en lugares recónditos y sombríos. Aquellas mujeres que se subían al escenario en los primeros cafés cantantes no debían tenerlo nada fácil para salir adelante. Dediqué un espectáculo así llamado ‘Café cantante’ en honor a toda esa generación que acuñó la etapa de oro donde germinó el flamenco tal como lo conocemos hoy. Una generación que retrató muy bien Fernando el de Triana.

La vanguardia en el flamenco está a la orden del día, ¿dónde está la frontera entre la evolución y la extravagancia?

Creo que no sólo es lícito evolucionar, sino que es necesario. Un artista tiene la necesidad de crear pero es cierto que hay cosas que se hacen con el ánimo de llamar la atención o de dar una vuelta de tuerca a cosas que realmente no lo necesitan. El flamenco es muy difícil y muy sencillo a la vez. No necesita de grandes montajes para lograr grandes emociones. Cuando sucede la magia, sucede. Y no hay más explicación ni necesita más ornamentos.

Para terminar, si me lo permite, ¿cansada de que le pregunten por su primo hermano Alejandro Sanz?

En absoluto. Estoy muy orgullosa de que mi primo haya llegado al lugar donde está y de compartir con él esa raíz flamenca que nos unirá para siempre, por ese cordón umbilical que nos une desde pequeños. Alejandro es un ser muy creativo y muy trabajador y el flamenco siempre está presente en todo aquello que le rodea. Desde aquí le mando un abrazo muy fuerte… y también a todos los amigos que compartimos en Jarandilla de la Vera.

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M. Isabel Rodríguez Palop

M. Isabel Rodríguez Palop

Una apasionada del Flamenco.

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