«El sello propio se consigue creyendo siempre en lo que uno es, sin olvidar de dónde vienes»
Eduardo Guerrero González (Cádiz, 1983) ha acompañado a los más grandes bailaores y bailaoras de nuestro flamenco, mientras iba cimentando poco a poco su figura ‘de primera’ en los Viernes Flamencos de Jerez, en los Jueves Flamencos de Cádiz o en el Festival de Estrellas del Museo Guggenheim. En el 2011 puso en marcha su primer espectáculo en solitario ‘D-Dolores’, el comienzo de su compañía y con la que ahora sigue de gira con ‘Guerrero’ toda una declaración de intenciones que podremos disfrutar el próximo 10 de marzo en el Festival de Jerez, eso, aquí en España, ya que antes podrán disfrutarla los aficionados de México o Colombia. El ciclón duardo Guerrero, no ha hecho más que empezar.
Tras ver diferentes trabajos suyos, definiría su baile como sofisticado y a la misma vez austero, ¿está de acuerdo?
Sí, totalmente. Son dos palabras con las que identifico mi baile. También es una forma de contar todo lo aprendido junto a los maestros con los que estudié y sobre todo, una forma de expresar mi admiración y respeto por todo lo que están consiguiendo ahora y por lo que llegaron a conseguir con su baile.
Y ese sello propio, ¿cómo se consigue?
El sello propio se consigue creyendo siempre en lo que uno es, sin olvidar de dónde vienes. Siempre siendo constante y trabajador día a día, sin olvidar que lo que siembres será lo que recojas. Recuerdo siempre esta frase: ‘Aprende siempre de lo bueno y de lo malo pero no dejes de aprender’
¿Su baile «duele»?
Mi baile sí que duele pero es un dolor gratificante, y es un dolor que cambia y que puedes transformarlo en arte. Yo siempre digo que duelen más los pies cuando uno trabaja hora tras hora, pero sí, al final todo el trabajo tiene una recompensa. En mi caso es llegar y tener ese cariño del público. Cuando eso ocurre el dolor pasa a un segundo plano.
¿Cuánto hay de sufrimiento y de satisfacción en su arte?
No se sufre cuando uno hace lo que ama, por eso cada vez que recibes esos maravillosos aplausos te llenan completamente de satisfacción. No hay sufrimiento, solo recompensa.
Su baile es pura percusión, marca de forma ‘exhaustiva’ los tiempos, ¿tan básico es para usted hacerlo?
No es que sea básico, sino que es necesario para poder crear diferentes colores con tus propios acentos. Esa forma ‘exhaustiva’ como usted dice de marcar es una forma diferente de sentir el ritmo. Aparte de eso, yo soy un amante de la percusión y del trabajo de los percusionistas cuando son capaces de acompañar el baile y no, con el simple hecho de hacer ruido.
¿Hacia dónde evoluciona el baile de Eduardo Guerrero?
Mi baile es un crecimiento personal que a la vez se une con el profesional. Intento siempre crear cosas que me sorprendan primero a mí, para que luego cuando las presente al público ellos también queden convencidos de que yo he sido el primero en creérmelo. Y sí, es verdad que cuando las cosas se dan y se crean de corazón llegan a todo el mundo.
¿Qué se aprende cuando se está detrás de grandes artistas como Rocío Molina o Eva la Yerbabuena?
He aprendido mucho con Molina y Yerbabuena, principalmente, porque son grandes personas, creadoras y maestras del arte. Ellas han creado estilos diferentes del flamenco y han conseguido que viéramos la danza a un nivel muy superior del que estábamos acostumbrados a ver. Yo soy admirador de ellas y he disfrutado en cada una de sus creaciones, en las cuales he estado a su lado. Cuando pasas muchos años junto a ellas ya no te fijas en los pasos, si no donde son capaces de colocar ese paso o la intención que lleva sus movimientos. Alucino con ellas tanto en el estudio tanto como en el escenario.
Algunas críticas han hablado de Rocío Molina como un «prodigio» del baile a raíz de su obra «Oro Viejo» de la que usted formó parte, y de su incuestionable actuación en la Bienal este año, ¿uno se hace grande al lado de los ‘grandes’?
Por supuesto. No quieres fallarle nunca porque sabes el nivel de exigencia en cada una de sus propuestas y cuando se consigue se crece y le hace a uno engrandecer. Estoy muy orgulloso de ser primer bailarín y solista en cada uno de sus espectáculos.
Ha colaborado también con artistas como Amador Rojas, el mismo que quedó a las puertas del «Desplante» de La Unión hace dos años que finalmente se llevó Alba Heredia, ¿usted cree en los premios?, ¿cree que son justos?
Creo en los premios que son justos porque cuando se comente una injusticia en los concursos se demuestra poca profesionalidad. Saben que están jugando con la ilusión de cualquier artista y creo que eso no debemos permitirlo. Creo también que cuando un artista gana un premio es para luego saber defenderlo artísticamente, porque no sirve solo el tema económico. Al final el dinero se acaba pero el artista tiene que seguir defendiendo ese premio que le han otorgado. Yo cuando gané el premio del Festival de las Minas sabía y quería que fuera ese trampolín mediático para que la gente conociera más el baile de Eduardo Guerrero y aun así y todo, la profesión sigue recordando ese premio a la vez que voy valorando en la posición artista en la que me sitúo. Por eso siempre digo que ganar un premio es para que luego seas capaz de sacarle todo el beneficio que tiene ese galardón.