Despedimos julio y nos adentramos en un mes donde la cita obligada con la emoción, los sueños, y el buen flamenco pasan por Murcia. Arranca la 55º edición del Festival Internacional del Cante de las Minas de La Unión. Allí, en la zona de los cantes de Levante pelearán por el Bordón, el Desplante y la Lámpara minera artistas de las tres disciplinas flamencas a nivel internacional. Cobrará protagonismo, con más motivo este año si cabe, Japón. Por primera vez pelearán en semifinales los ganadores de la versión nipona de este Festival que en marzo, en el Instituto Cervantes de Tokio consiguieron hacer historia, no solo en el flamenco, sino en el devenir de un Festival que se lanza sin complejos a seguir creciendo en el país donde ya se ubican más escuelas de flamenco que en toda España. Ahora los conquistadores son otros. El reto ante un Festival como éste es fuerte. Ganas mucho pero puedes perder en igual intensidad si no consigues quedar en buen lugar. Si ante el fracaso, no eres capaz de remontar. Para ir a La Unión se necesita una fuerza que se consigue o a través de mucho trabajo, o con una autoestima de cortar el hipo. Pero también con algo muy valioso: la rabia. Leo en las redes sociales que el cantaor, gran cantaor Antonio Mejías se presenta este año como respuesta a un vacío que siente como artista. Según pude leer en su perfil: ‘debido a la inexplicable dejadez de representantes y organizadores hacia mí he tomado una dura y arriesgada decisión,…, es mi última carta’. La decisión: ir a por la Lámpara Minera tras haber conseguido hace cinco años el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba. Siento una pena tremenda cuando artistas de su talla tienen que ‘tirarse a la piscina’ simplemente movidos por la ‘rabia’. Parece que volviéramos a los espontáneos de las plazas de toros, a cantar para comer en toda su crudeza. Hay que evitar que los nuestros, los que tanto nos hace disfrutar, se apaguen poco a poco como una vela. Así, sin más, esperando y soñando con la última carta: una Lámpara que les alumbre y que sabemos, cuesta tanto encender.