«El Flamenco es curativo, cura y duele»
Seguimos con el baile. En esta ocasión, al compás de Eva Soto (Badajoz, 1974). Bailaora habitual de la Familia Vargas no pierde el paso en grandes aventuras, ni en grandes metas y prefiere seguir ajustando el baile sobre los tablaos conocidos, rodeada de artistas como Jesús Ortega del que habla como un auténtico mentor. Un mecenas que arropa, alivia y enseña a las que como ella han hecho del baile, una forma de vida. Jesús, el amigo de la infancia que agarraba la mano de Eva al cruzar la calle, para vadear peligros hasta llegar a la Academia de Flamenco, sigue junto a ella. Han pasado los años, pero no se han soltado el uno del otro. Ahora es Eva Soto la que aprieta fuerte la mano del bailaor. Un alivio en el competitivo mundo del baile al que no para de agradecerle el cariño, la atención y la confianza. Un ‘empuje’ para salir luchando.
-Dejó de bailar tras el nacimiento de sus dos hijos. Ocho años sin acercarse ‘al tacón’, ¿por qué volvió? -¡Ay!, fueron ocho años muy, muy largos. Volví, primero, porque aunque no quería reconocerlo, lo necesitaba. Un ‘rinconcito’ de mi estaba aletargado, y sabía que necesitaba despertar para estar completa, necesitaba un ‘empujoncito’, hasta que gracias a Dios me lo dio Antonio Díaz, el primer guitarrista con el que trabajé y del que aprendí mucho. Le llevo en mi corazón y le echo mucho de menos, ya que falleció. El otro empujón fue de Jesús Ortega al que le debo muchísimo, tanto artística, como profesionalmente. Es mi mejor amigo y mi mejor maestro. -Cuando una se convierte en madre, ¿cambia en algo su baile?, ¿se siente de otra manera? -Si, claro que si. A mí me cambiaron algunas cosas pero sobre todo ese sentimiento hasta entonces desconocido, que por supuesto también aflora en el baile. Mis hijos son lo mejor que me ha pasado en la vida. Ellos son lo primordial porque en mi caso, antes era el flamenco. Era a lo único que me dedicaba a todas horas. Ya eso cambió. Mis hijos Toni y María son los primero. A veces les pregunto: ¡ay!, ¿queréis que mamá deje el baile, los viajes, estudiar…? y ellos me dicen: ¡no mami!, naciste para esto y nosotros te queremos ver en el escenario. He de confesar que una suspira y se queda más tranquila, ¡uf! ¡los adoro, Dios mío!. -¿Quién guía su carrera?, ¿la intuición o sus pies? -Soy una mujer intuitiva y arriesgada, pero ‘pasito a pasito’ es como se van consiguiendo las metas. Ambas cosas influyen. -¿Es complicado no caer en la tentación de los tablaos ‘turísticos’? -Sí, sí que es complicado, porque en los tiempos que corren necesitamos trabajar, mantener a nuestras familias, pero siempre es mejor renunciar a lo económico y valorar nuestro arte. Eso sí, si podemos claro, porque por otra parte es trabajo y debe mirarse como tal. -¿Qué hace que una bailaora se convierta en referente? -Su forma de bailar, el ‘patear’ el escenario. El conseguir que afloren los sentimientos del público. Pellizcar, pero, ¿sabes? es que a veces ni una misma recuerda lo que hace en el tablao, lo que da sobre el escenario. Es pura magia, una magia que siempre se hace con el respeto del público. -¿Cual es el primer paso que hay que dar antes de subirse a un escenario? -Es un trabajo muy, muy duro y para ello, lo primero es que uno mismo respete esas tablas. Estudiar, y dejar atrás lo personal. Una faceta que a mi me cuesta muchísimo. Se aprende con los años María Isabel, no queda otra. En fin, eso es ser artista. -¿Qué metas se ha marcado en su vida profesional? -¿Metas?, eso sí. Es importante marcarse objetivos pero las metas van cambiando con la vida. Yo me conformo con el respeto del público, pero sobre todo, con el respeto de mis compañeros. ¿Artista respetado por artistas? Es importante. -¿Cómo entiende el baile una mujer respecto a un hombre? -Bueno, depende del estilo de la bailaora. En mi caso me decanto por la bailaora femenina, de manos continuamente en movimiento, con una mezcla entre sensual y pícara, aunque hay bailaoras con estilos más sobrios que también me gustan: sus gestos, sus giros, su transmisión. De todas se aprende un poquito. -Descríbame el cuadro flamenco ideal, en un escenario idílico. -(Duda) Me conformo con trabajar en un gran teatro, en París por ejemplo, eso sí, pero con mis compañeros, los de aquí, los de la tierra. Con los que llevo trabajando toda mi vida. Hace unos días trabajé en la Sala Doré, aquí en Badajoz con parte de ellos, y, ¡ay!, lo que disfruté… -¿El baile extremeño tiene alguna característica peculiar? -Claro que sí. ¿Sabes?, creo que se debe al ‘trabajito’ que nos cuesta tirar ‘pa l’ante’, por eso, para mí el baile extremeño tiene tanta fuerza, tantas influencias. Está ‘regado’ de varias fuentes, ya que todos o casi todos aprendemos y seguimos haciéndolo en diferentes sitios: Sevilla, Madrid, Jerez…etc. -¿Hay cantera en nuestro baile? -Pues mira, me voy a atrever: ¡no!, pero no por los artistas, sino porque no tienen oportunidad de formarse y bien. Espero y eso es lo que se quiere conseguir actualmente en el CAB (Centro Artístico de Badajoz), con un trabajo serio y riguroso. Sería una pena que con los buenos profesores y profesionales que hay no funcionara. Extremadura está llena de buenos artistas, y hay que seguir formando a gente. -¿Qué le gustaría que le preguntaran que nunca le hayan preguntado? -Mira, buena pregunta. Creo, y no solo yo porque estoy segura de que a muchos de mis compañeros también nos gustaría que nos lo preguntaran, el porqué aún hay puertas que no se abren para el baile flamenco extremeño, en este caso, porqué no tenemos tanto apoyo como en otros campos. ¡Lo necesitamos!, por favor, ¡estamos aquí!. -¿Qué tiene Eva Soto en el baile que aún no haya sacado a la luz? -Creo que no me guardo nada, inevitablemente, lo sacó todo hija.(se ríe). No sé hacerlo de otra manera… -¿Existe la globalización en el baile flamenco?, ¿se puede llegar a un punto en el que todas por moda, o por estética lleguéis a bailar ‘igual’? -No, por favor, que no llegue ese momento, que cada una conserve su estilo, ese con el que cada una ha nacido, no copiemos. Hagamos escuelas diferentes, y por supuesto, lo que siempre digo: aprendamos de todos. -Trabaja como auxiliar de enfermería en la UCI de un hospital, ¿como recupera el ánimo, la fuerza para volver a subirse a un escenario conviviendo con tanta tragedia? -¡Ay, no sabes lo difícil que es!. No puedes olvidarte ni de una sola cara, pero bailando desconecto. Me calma, me desahoga, y vuelvo como nueva para seguir cuidando de ellos, con todo lo mejor de mi. -¿El flamenco es curativo? -De todas, todas, desde luego. El flamenco cura y duele. Artículo publicado en: http://www.hoy.es/v/20120211/sociedad/flamenco-curativo-cura-duele-20120211.html