Entrevista a Rubén Olmo, director Ballet Nacional de España, BNE.

‘Cuando un bailarín está seguro, los egos están en su sitio’

‘… el BNE está abierto a todos los públicos, y de hecho cada vez viene un público más joven a ver danza española’.

‘Yo creo que la danza es el arte que más directo llega al corazón’

‘Cuando un bailarín, coreógrafo o un artista es bueno de verdad los egos no están tan elevados’

‘Son maravillosos tocando. Es una orquesta muy joven, con una pulsación magnífica y con mucha ilusión por colaborar con los ballets y bandas sonoras. Es una de las orquestas que más graban’ Quien habla así, de nuestra Orquesta de Extremadura, OEX, es el bailarín, bailaor y coreógrafo, Rubén Olmo (Sevilla, 1980) director del Ballet Nacional de España (BNE), que hace unos días, ha estado en Badajoz grabando la coreografía ‘Invocación Bolera’, primera parte de ese Homenaje a Mario Maya, y donde la OEX ha hecho, por tanto, la orquestación del zapateado para el Ballet Nacional. Rubén Olmo, que sustituye en el cargo al bailarín Antonio Najarro, es Premio Nacional de Danza (2015), Premio Max (2014), Zapatilla de plata de Indanza (2012), Giraldillo de Oro de la Bienal de Flamenco de Sevilla (2010) o Premio de Interpretación de Danza Pilar López (2007). Sus montajes, también han recibido premios como el de la Crítica del Festival de Jerez (2019) para Horas contigo, o el Giraldillo Ciudad de Sevilla (2016) para Toda la vida bailando. Ha sido maestro en el Centro Andaluz de Danza (CAD) de 2008 a 2018 y director del Ballet Flamenco de Andalucía (BFA) de 2011 a 2019. Con estos mimbres, el nuevo director del BNE mantiene la ilusión intacta y los objetivos claros, entre ellos, la conservación y recuperación del repertorio de la danza española, o de obras estrenadas fuera de nuestras fronteras, como las de Mario Maya. Unos retos que el sevillano afronta con ganas, seguridad y humildad. Pasen y lean. 

¿Qué queda del niño de 9 años que ingresó en el Conservatorio de Sevilla donde se licenció en Danza Española y Danza Clásica?

La verdad es que la illusión, las ganas de seguir trabajando y aprendiendo, aún siguen conmigo. 

Con 18 años, se incorporó al cuerpo de baile del Ballet Nacional de España (BNE) bajo la dirección de Aída Gómez y ascendió a bailarín solista un año después. Desde septiembre es el director de este importante bastión cultural de nuestro país, ¿siente vértigo? ¿Cómo se siente?

No, la verdad es que cuando decidí presentarme…, porque bueno, uno tenía la experiencia de haber dirigido el Ballet Flamenco de Andalucía, mi propia compañía durante muchos años, y muchos espectáculos a mis espaldas…, decidí ir a por todas, ahora, que es cuando uno tiene las ganas y las fuerzas de dirigir esa torre de hierro…, porque es una compañía muy grande, y hay que tener mucha energía y ganas para hacerlo. 

Ha comentado que se presenta con tres objetivos: la difusión de la danza española, la conservación y recuperación del repertorio de la danza española o recuperar la figura de Mario Maya, ¿no es así?

Es uno de los objetivos principales también de mi trabajo: el poder poner en el repertorio del BNE, no solo el estrenado dentro del Ballet, sino el histórico, como el repertorio de Mario Maya que es un gran maestro de la danza-flamenco contemporáneo. También, la búsqueda de nuevos coreográfos: tanto de los veteranos que también están ahí con nosotros y que tendrán su espacio en el Ballet, como de los jóvenes, y de los jóvenes coreógrafos que ya están, para que también tengan su espacio dentro del BNE. 

‘Que nunca se falle a sí mismo y que nunca pierda la ilusión’ Este es el consejo que le ha dado Antonio Najarro, anterior director. ¿Cómo va a hacer todo eso? 

Pues yo creo que trabajando mucho, y teniendo siempre los objetivos muy claros. Con el Ballet estás en el punto de mira de mucha gente…, es lógico, hay mucha gente que quiere estar en esos puestos y bueno, yo…, pues intentando no despistarme con cosas que no me hacen crecer, siguiendo adelante con mi trabajo y teniendo todos los objetivos claros, que los tengo, y siendo fiel a mi mismo, que es lo que me dijo Antonio. Él dirigió durante ocho años y cuando me daba esas recomendaciones, le escuchaba muy atento, porque tiene mucha experiencia.  

¿Cómo se manejan los ‘egos’ de un Ballet?

Parece más de lo que hay. Cuando un bailarín, coreógrafo o un artista es bueno de verdad los egos no están tan elevados. Los egos salen por encima cuando uno tiene una falta de algo, o tiene muchas inseguridades. Cuando un bailarín está seguro, los egos están en su sitio. 

¿Qué es más difícil?, ¿estar sobre el escenario o detrás de él?

Es muy diferente. Yo creo que estar detrás del escenario es más difícil, porque no tienes el control total. Cuando estoy en el escenario sé con seguridad lo que voy a hacer, cómo me siento. Cuando uno está detrás, lo deja todo en marcha, en su sitio, pero no dispone de cómo esté la gente, de como la Compañía en ese momento lo interprete, de los técnicos…, pero sí, yo creo que se pasa un poquito peor cuando se está detrás. 

¿Cree que el público sigue viendo la danza, al Ballet Nacional, como algo elitista?; ¿lo es?

Yo creo que no, el BNE ha ido cambiando con los tiempos. Es verdad que al ser tan grande tiene una estructura de muchas clases, todo eso está muy estructurado, pero como ese orden que se sigue en los grandes ballets. Pero no, el BNE está abierto a todos los públicos, y de hecho cada vez viene un público más joven a ver danza española. Una vez que lo conocen, se enganchan, y es para toda la vida. 

¿Cómo convenceria a un público neófito, a que se acercara al Ballet Nacional?

Yo creo que la danza es el arte que más directo llega al corazón. Tienes que verlo, se ve muy directo, tanto la expresión musical como la artística. Y acercaría a ese público con un espectáculo, un nombre, donde el público llegue, entre…, ¡y esto ha pasado mucho! que luego me han dicho: ¡yo fui hace dos años y vengo a todo!, y si, lo compruebas en las puertas de los teatros y también en la del BNE. 

¿Qué es para usted el flamenco? En 2002, decidió dejar el BNE e ingresar en la Compañía de Eva Hierbabuena. ¿Tan fuerte fue la llamada de este arte? 

El flamenco siempre ha estado en mi porque empecé en la Escuela Flamenca de Manolo Marín, y ha sido un latido, aunque yo he sido un bailarín completo, que siempre ha estado en mi corazón; y siempre he trabajado con los artistas flamencos, lo soy también, pero me fui con Eva Yerbabuena, no solo por el flamenco, porque creo que ella es mucho más como intérprete que una bailaora de flamenco. Me fui con ella porque tenía que verla entre cajas, tenía que sentirla de cerca, y por eso me fui durante los dos años que estuve en su Compañía.   

Por último, ¿qué es lo más difícil de todo esto?

Ahora mismo digamos que, lógicamente al estar al frente solo dos meses, no veo las cosas difíciles. Si creo, que con el tiempo, lo más difícil será tener a tú equipo, a tu plantilla de bailarines con esa misma illusión que tienes tú. Transmitírsela día a día y que siempre estén en primera linea con esas ganas durante todos estos años. 

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M. Isabel Rodríguez Palop

M. Isabel Rodríguez Palop

Una apasionada del Flamenco.

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