Aroa Bravo, bailaora

«Sé que soy un poco egoísta pero el flamenco te vuelve así porque cada vez quieres más»

Creo no equivocarme si afirmo que esta es una de las entrevistas más complicadas a la que podía enfrentarme. Complicada porque Aroa Bravo tiene solamente quince años y cada respuesta le requiere muchas incógnitas; y de mayor dificultad, porque seguramente en estos momentos estará devorando con inquietud, nervios, emoción cada palabra de ésta, su primera entrevista en un medio de comunicación. A mi que como periodista y como persona no hay nada que me haga más feliz, que hacer feliz a los demás, mido esta vez, con la vara de la sensibilidad, cada letra que escribo. Porque la hemeroteca es el recuerdo indeleble de cada uno, del paso del tiempo de los demás y de nosotros mismos. También, el peldaño que subir para poder llegar arriba y disfrutar de lo conseguido. Esta entrevista es complicada porque cada palabra dejará una marca en Aroa y en toda su familia, que me consta, está expectante ante esta publicación. Pero es ante todo, un cuestionario merecido, porque Aroa se ha convertido en la primera bailaora extremeña que con quince años consigue una beca internacional en la Fundación Cristina Heeren. El primer paso, ya está dado.



–¿Cómo lo ha conseguido?



–Esta era un beca abierta a todo el mundo a nivel internacional. Al principio no tenía claro si presentarme o no, me daba mucho respeto por no decir miedo. Iba a enfrentarme a bailaoras y bailaores de todo el mundo de entre 14 y 15 años de edad. Pero el empujón definitivo me lo dieron las personas de mi entorno que tienen más experiencia en este mundo del flamenco que yo, y me aconsejaron que me presentara, y ¡cómo no! mis padres a los que le doy las gracias por todo.



–¿Cómo resultó la experiencia?



–¡La experiencia fue estupenda! Yo creía que iba a tener más presión pero no fue así. Nos hicieron una audición que duró dos semanas en la que vimos varios palos del flamenco en principio, y ejercicios de técnica. La primera semana recibimos clases con Javier Barón: soleá por bulerías, y con Luisa Palicio: técnicas de cuerpo, brazos y giros. La segunda semana dimos alegrías con la maestra Milagros Mengíbar y técnica de pie con Tama Lucio. Al final de las dos semanas nos comunicaron quienes éramos los seleccionados y no sabes la alegría tan grande que sentí cuando escuché mi nombre. La verdad es que quiero agradecerle a Jesús Ortega la preparación que me ha dado en estos años. Sin esa base que sigo construyendo hubiera sido imposible.



–¿Qué se ha traído de toda esa experiencia?



–Me he dado cuenta de que una nunca deja de aprender y yo, durante esos diez días que han sido muy intensos he aprendido mucho. A nivel personal, también me queda claro que el flamenco no deja de sorprender. Me encontré con gente de Francia y vi el sacrificio tan grande que los demás también hacen por el flamenco. El flamenco exige mucho. Yo tenía que salir antes del Instituto para poder llegar a tiempo, por el camino comerme un bocadillo y hacer las tareas en el coche mientras mi padre conducía.



Todo me ha servido para vivir una gran experiencia y obtener una gran recompensa.



–Con quince años, ¿una sabe lo que quiere?



–En mi caso sí. Yo quiero seguir aprendiendo para poder vivir del flamenco. Tener la oportunidad de luchar cada día para llegar lo más alto posible, aunque también tengo claro que quiero seguir estudiando…



–¿Cuál es la rutina de una estudiante-artista tan joven?



–Yo empiezo el día yendo al Instituto Maestro Domingo Cáceres, allí, aunque mi deber es estudiar y así lo hago, tengo que decir que entre clase y clase pienso en el flamenco. La mayoría de las veces que tengo un cumpleaños o mis amigas van a salir, yo no puedo porque tengo baile. La verdad es que hay muchas personas que creen que el flamenco me está quitando la infancia y la adolescencia. Yo eso no lo creo así porque es algo que yo quiero, he elegido y con lo que soy feliz. Después del Instituto hago las tareas que me quedan, aunque intento hacerlas todas en clase para adelantar todo lo que puedo, ya que tengo clases a diario en el Centro de Danza y Flamenco de Jesús Ortega, y no me gusta faltar. Cuando termino las clases sigo estudiando y si tengo algún examen me levanto a las 5 de la mañana para preparármelo.



–¿Y cuando llegan las vacaciones?



–Cuando llega algún puente, alguna fiesta o nuestros carnavales me voy a Sevilla o a Jerez de la Frontera. Sé que soy un poco egoísta pero el flamenco te vuelve así porque cada vez quieres más. Cuando vamos de vacaciones yo no quiero ir ni a la playa, ni a otros sitios así que al final mis padres me dejan en clases de baile, y se van. Mi tiempo libre lo dedico a bailar, pero la verdad es que tengo muy claro que aunque mi vida sea el baile tengo que sacar mis estudios, y por eso también lucho a diario.



–Esta beca es un esfuerzo para todo y para todos, ¿se siente presionada por ello?



–Presionada no me siento pero soy consciente de la lucha que tienen mis padres para poderme ayudar con tal de que yo siga bailando. Y por todo eso, está claro que aunque voy a disfrutar con ilusión y con ganas, también voy súper concentrada para no perder el tiempo y aprender todo lo que pueda. Voy a aprovechar las clases lo máximo posible ya que la oportunidad que me están dando mis padres la tengo que aprovechar.



–Con 15 años y con pocas vivencias como es normal, ¿en qué se inspira para sentir todo el abanico de sentimientos que precisa el flamenco?



–Yo creo que aunque tenga pocas vivencias todo el mundo puede llegar a representar un sentimiento, aunque está claro que siempre será mejor relacionado con lo vivido. No es lo mismo expresar una pena de alguien que a experimentado la muerte de un ser querido, que una pena por enfadarte con una amiga, un novio…, aunque la verdad es que sigue siendo un sentimiento de pena. Yo hasta ahora intento sacar mis sentimientos de las vivencias que voy teniendo, aunque supongo que con el tiempo serán diferentes y se notará en mi baile.



–¿A quién le gustaría parecerse?



–A nadie y a todos. Yo pienso que puedes aprender de todo el mundo. Yo he tenido la suerte de estudiar con muy buenos maestros como Farruquito, Carmen Ledesma, José Galván, Antonio Canales, La Lupi…, cada uno me ha aportado cosas buenas y diferentes, pero creo que no hay que imitarlos. Aprendo de todos ellos, de sus pasos, de sus palabras, de su forma de entender y explicar el flamenco y todo eso intento sacarlo a mi forma. El flamenco va con tu personalidad por eso dos personas no pueden expresar lo mismo de la misma forma, se pueden parecer en algo pero nunca igual.



–¿Siente vértigo por todo lo que le está pasando?



–Bueno no me había planteado esto, pero no tengo porqué sentir vértigo. Sí que hay mucha gente que me dice que bailo muy bien, que tengo cualidades, he recibido la beca, pero lo que a mi me importa es bailar y aprender, por eso no me siento con ninguna responsabilidad de ese tipo.



–Vivimos momentos difíciles socialmente, ¿cree que el flamenco puede curar esas heridas?



–Por supuesto. Creo que la formación y las ganas de aprender algo siempre son buenas, ese ánimo, esas ganas de seguir hacia delante…, pero si te gusta algo como en mi caso es el flamenco hay que prepararse y enriquecerse culturalmente. Es la única manera de que el día de mañana se pueda tener una buena formación y con ella estar preparada para lo que venga.



–¿A quién le agradecería todo lo que está pasando?



–Esto se lo agradecería a mis padres y a mis abuelos que me apoyan, que siempre están conmigo. También se lo agradecería a Eva Soto y como no, a Jesús Ortega. El ha sido el que me ha dado los cimientos. Es una persona que está abriendo las puertas a la enseñanza del flamenco en Extremadura. Cada tres meses más o menos trae a diferentes profesores para que nos den cursos, como una forma también de extender el baile flamenco por Extremadura. Esta beca sin él, no la hubiera conseguido porque ha sido la consecuencia de lo que él hace conmigo y con todas mis compañeras. También quiero agradecer a Patricia Ibáñez que es una gran bailaora y persona que también ha aportado mucho a mi aprendizaje.



–¿Qué cree que puede aportar el flamenco a su formación, y a la inversa?



–El flamenco me aporta felicidad, es lo que me gusta hacer. Estudiando estoy llevando una formación paralela, es como llevar dos carreras a la vez pero sin olvidarme de mi gran pasión: prepararme para que algún día pueda dedicarme al baile.



–¿Y cómo le gustaría que definieran su arte?



–Me gustaría que lo definieran como un estilo propio, es decir, un estilo personal que no se pareciera a nadie, porque si bailas igual que otro artista no estás expresando lo que sientes sino que estas copiando, y eso no es el flamenco. El baile flamenco es expresar tus propios sentimientos con el cuerpo, y por eso las personas no pueden bailar igual, porque no tienen las mismas emociones.



–¿Cuáles son sus referentes?



–Yo creo que todas las personas son un referente porque se puede aprender de todo el mundo, por poco que se sepa.



–Nombra constantemente a Jesús Ortega, ¿qué significa para usted?



–Para mí es un gran maestro al que doy las gracias por enseñarme todo lo que se. Esta beca sin duda, es una recompensa a su trabajo.



Artículo publicado en: http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/badajoz/aroa-bravo-bailaora-se-soy-poco-egoista-flamenco-vuelve-asi-porque-vez-quieres-mas_858769.html

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M. Isabel Rodríguez Palop

M. Isabel Rodríguez Palop

Una apasionada del Flamenco.

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