Paulo Molina

«Es mejor estar reconocido entre mis compañeros que por el público»

Se levanta a las siete y media de la mañana para cuidar de una ganadería de caballos en Puebla de la Reina. Luego, por las tardes, cuida de los suyos. Paulo Molina (Almendralejo, 1980) es tratante ‘de varas largas’ como él mismo se define. Tratante como lo fue su padre, y su abuelo. Al margen de la profesión y los lazos familiares les une además, el flamenco. Su abuela (tía de ‘El Camborio’) le gustaba el cante, y a su abuelo Manuel Molina, primo hermano de ‘El Porrina’, el baile. Para rizar el rizo, Paulo está casado con la bailaora Carmen ‘La Parreña’. ‘Con la sangre de reyes en las palmas de las manos’ continúa la tradición de los tratos, mientras asienta la silla como cantaor de ‘alante’ tras haber derrochado arte durante muchos años atrás.

-¿Cómo pasa un cantaor de atrás a adelante? -Antes solo hacía cuatro o cinco cantes, pero empecé a estudiar y a actuar en festivales como cantaor, y eso me obligaba a estar más preparado. Pero, ¿sabes? canto sobre todo en Andalucía, aquí solo he cantado en una peña como cantaor sin acompañar a nadie, solo, en la de Ribera del Fresno, la única. -¿Qué diferencias aprecia? -Como cantaor de atrás el protagonismo no lo tienes tú. Debes inspirar al bailaor haciendo las cosas correctas porque estás sometido a una estructura musical, no eres libre y debes respetar donde quiere que les cantes, y siempre dejarles el protagonismo. Ante el público tienes que cambiar la mentalidad totalmente. Los cantes son más pausados. Atrás se suelen acelerar, hay más guitarras, se va más rápido pero no significa que se vayan de compás. Delante estás solo con una guitarra, y el público solo te mira a ti, y tu dices: ahí viene el toro. -¿Cantar atrás es como ver los toros desde la barrera, o es una plaza diferente? -Es una plaza diferente. Delante tienes un poco más de responsabilidad porque solo se te ve a ti con una guitarra. El público está pendiente de ti y no del baile. Aunque tan responsable hay que ser atrás, como adelante. -¿Siente la presión del público?, ¿cómo ha cambiado su cante? -Sí, sí. Cuando empecé a cantar así, acostumbrado a hacerlo atrás me costó mucho. Estás acostumbrado a tres palmeros, a una percusión…, y delante, solo notas que no los tienes. Estás más desnudo. Cambias la mentalidad, hay que relajarse mucho. Delante hay que hacer cantes más ortodoxos: soleá de alcalá, por ejemplo, pues con el baile no importa tanto la ortodoxia. Es muy difícil ser un buen cantaor de atrás, y ser un buen cantaor de ‘alante’, muy difícil. -¿Y usted lo es? -Yo no soy quien para decirlo, pero estoy en ello. -¿Qué le hizo subirse por primera vez a un escenario? -En Santa Marta en septiembre se celebra la Virgen de Gracia, y unos de los organizadores de las fiestas, que además es amigo mío, nos propuso hacer una actuación flamenca. Mi mujer ha bailado de siempre, así que yo me puse a cantar y Perico de la Paula a acompañar con la guitarra. Aquello tuvo mucho éxito, y a partir de ahí surgió todo. Perico nos ha ayudado mucho porque yo no conocía a gente en el flamenco y él nos metió en festivales y todo eso. -Lleva relativamente poco tiempo, unos cinco años solo con la guitarra, y ya se ha llevado por segunda vez el primer premio del Festival de la Bulería en Guillena… -La verdad es que desde la primera vez que pisé Guillena me sentí muy a gusto. Empezar a cantar y ver como se vuelve loca la gente…, estar cantando y a los diez minutos no dejar de escuchar ‘olés, olés, y olés’. Te da una confianza que no es normal. Cuando llevas tiempo en el escenario y no escuchas nada empiezas a pensar: ¡madre mía!, ¿qué estoy haciendo yo aquí?. -Entonces, ¿se siente más reconocido en Andalucía que aquí? -Sí, sí totalmente, aunque yo soy amigo de casi todos los artistas extremeños. Nos queremos y nos respetamos. Para mí es mejor estar reconocido entre mis propios compañeros que por el público. Me gustaría trabajar más aquí, pero voy donde me llaman, claro. -¿Y porqué pasa esto? -No lo sé porque aquí hay muy buena afición y muy buenos cantaores. En Andalucía hay más, pero también porque es más grande. Quizás mis cantes peguen más allí. Yo no soy cantaor de recorridos largos, de aguantar mucho. Quizás se valora más en Andalucía el cante del pellizco, aunque, por supuesto, no significa que aquí no se valore. Quizás guste más el compás, que es un cante con el que me siento muy a gusto. -¿Es un cantaor de fiesta? -Yo no me considero así. Simplemente me gustan los cantes de compás. Si tengo que hacer cantes libres, los hago. No hay problema. -Para ser tratante hay que tener mucha mano izquierda, mucha picardía, ¿la utiliza también en el flamenco? -Es distinto. En el trato te buscas la vida, y yo como cantaor no me la he buscado en la vida, nunca. Yo no he echado ni el curriculum ni nada. Voy a donde me llamen. El cante no es el 100% de mi economía familiar. Voy a las peñas, a los festivales a cantar y a disfrutar como un niño chico, pero vamos, que no como del cante, aunque me gustaría algún día poder comer de esto. -¿Tiene algún recuerdo de su abuelo, el primo del Porrina?, ¿alguna herencia? -¡Unas tijeras para esquilar! (se ríe) -¿Y herencia en el cante? -Mi abuelo más que cantar, bailaba. La mujer era la que cantaba, era tía de El Camborio, sobre todo cantaba por los cantes extremeños, ¡para comérsela! A ella la llegué a escuchar, de hecho tengo muchas letras y formas de ella. -¿Y ese tercer lugar en el Concurso Nacional de Cantes Extremeños? -Quien va a un concurso se expone a que un jurado le dictamine en qué lugar va a quedar. El jurado creyó conveniente dejarme en tercer lugar y nada, eso se queda así. -¿Es de los que piensa que los cantes autóctonos tienen que cantarlos los gitanos? -Para cantar los cantes extremeños hay que sonar gitano, pero no serlo necesariamente. Cantas como sientes. Estos cantes son de los gitanos, innatos nuestros, pero no hay que serlo para realizarlos. Sonar gitano, sí. Es lo que yo pienso. -‘El Madalena’ en su entrevista le nombró como uno de los posibles herederos de los cantes de la tierra. ¿Qué le pareció? -Domingo es buen amigo y que haya hablado de mí es suficiente. Es un referente en el flamenco. Lleva toda la vida. Decir que yo puedo tener un poco de la herencia de esos cantes…, hay mucha gente que los canta, pero no son profesionales. Quizás nadie se ha preocupado de escucharlos, de motivarlos. Solo están los de toda la vida, que lo hacen muy bien, pero aquí hay mucha gente que los canta. Mira en Almendralejo hay muchas gitanas que cantan para rabiar por cantes extremeños, ¡Dios mío si esto no es normal!, me decía al escucharlas. Lo llevan viviendo desde ‘chiquinas’, ¡si ellas mismas no saben lo que están haciendo!, ¡no saben cómo están sonando!. Debería haber alguien que las escuchara y las sacara a la luz porque mantienen los cantes extremeños. Recuerdo en una Feria de Zafra que escuché a una gitana mayor, tendría 70 años, Inés se llamaba, que me hizo llorar. Una gitana que no sabía coger tono, que no sabía coger el micrófono, pero ¡cómo sonaba aquello!. El flamenco sí tiene herencia, pero hay que preocuparse de buscarla. -Padre primerizo, ¿qué es lo primero que le va a cantar a su niña cuando nazca en agosto? -Hombre, mi cante es por soleá…, le cantaría una soleá de Alcalá. -¿Por qué? -Porque para mí es la más gitana. -Para terminar Paulo, ¿qué tiene su mujer Carmen ‘La Parreña’ que no tengan otras bailaoras? -Que es muy salvaje bailando, tiene muchísima fuerza. Artículo publicado en: http://www.hoy.es/v/20110625/sociedad/mejor-estar-reconocido-entre-20110625.html

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M. Isabel Rodríguez Palop

M. Isabel Rodríguez Palop

Una apasionada del Flamenco.

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