«Siempre he sentido que el flamenco era un arte demasiado grande para mí»
Lo que significará esta familia para el flamenco extremeño, que el que Miriam Cantero (Cáceres, 1987) consiga el 2º Premio del Concurso Nacional de Saetas de Cartagena 2017 nos parece hasta natural. Y es que de casta le viene al galgo. La hermana pequeña de la también cantaora Raquel Cantero e hija de los artistas Nina Díaz y Eugenio Cantero, poco a poco se ha ido creciendo ante el cante y empieza a volar sola. Y como muestra, no solo este premio, sino ese buen sabor de boca que dejó su actuación en el magnífico espectáculo Mehstura en el pasado Festival Flamenco de Nimes. Lo dicho, Miriam Cantero vuela sola. Vuela sola y apunta alto. Como hacen las valientes.
—Cuando dicen el nombre de una, como segunda ganadora a nivel nacional en un estilo tan complicado como la saeta, ¿qué se siente?
—Se siente una gran emoción. Para mí ya era un premio el hecho de ser una de los cinco finalistas de un concurso de este nivel. Esta experiencia ha significado todo un reto personal, ya no solo por ser el primer concurso de cante al que me presento, sino porque la saeta ha sido el estilo al que más respeto he tenido siempre, tanto por la dificultad que entraña el cante (sin acompañamiento alguno de ningún instrumento) como por la carga emocional que me supone al unir devoción con tradición familiar. Recuerdo a mis padres y a mi hermana cantando saetas a los pasos de mi Semana Santa cacereña y yo, desde bien chiquinina, emocionándome.
—¿Qué es lo primero en lo que pensó?
—En mi familia, en regalarles también a ellos este premio, al fin y al cabo también les pertenece, por su apoyo incondicional y sus sabios consejos; sin ellos, no lo habría conseguido. Pero especialmente pensé en mi madre, por el significado que tenía ganar un premio en un concurso de saetas, ya que ella ganó el primer premio en el Concurso de Saetas de Cáceres del año 1986 siendo la primera vez que se presentaba a un concurso. De alguna manera, la historia se repite.
—Cantó dos saetas en la final, cuéntenos cómo las adaptó, de qué estilos partían…
—Efectivamente. Decidí comenzar con una saeta por siguiriya con remate de cambio a martinete, en la que realicé una leve adaptación de la letra para hacer mención a la Virgen de la Piedad y a la ciudad de Cartagena. En la segunda y última ronda interpreté una saeta por carcelera cuya letra compuse (con ayuda de mi hermana) para la Virgen de la Piedad y su cofradía denominada marraja. La letra termina diciendo: ‘La reina de Cartagena, ¡marrajo, al cielo con ella!’ Creo que es importante que a la hora de cantar una saeta, la letra exprese lo que te haga sentir esa imagen, ya que se trata de una oración cantada, de un mensaje que va desde lo más profundo de tu corazón hacia la imagen que tienes delante, por tanto considero importante conocer al Cristo o a la Virgen al que vas a cantar.
—¿Cuánto pesa el apellido Cantero?
—Para mí, mucho. Me he criado en el seno de una familia sencilla de artistas, que respetan y aman el flamenco y eso me lo han sabido transmitir. Seguramente ese respeto y mi gran admiración hacia ellos, a quienes considero grandes artistas, grandes cantaores, grandes personas, y mis mejores maestros, es lo que hace que sienta ese gran peso por mi apellido. Siempre he sentido que el flamenco era un arte demasiado grande para mí. Sin embargo, precisamente de ellos he aprendido que todas las metas, sueños, triunfos y todo lo que uno puede llegar a alcanzar, por muy difícil que parezca, debe conseguirse a base de mucho trabajo y esfuerzo. Es por ello y por mi timidez que me haya costado tanto esfuerzo ir rompiendo ese muro piedrita a piedrita, pero mi pasión por este arte y el apoyo de mi familia han sido mi mejor herramienta para conseguir superarlo.
—Como artista, no solo ha crecido por su paso por los diferentes escenarios, también en su participación en obras concretas como en ‘Mehstura’ donde pasó de tener un pequeño papel, a defenderlo de forma relevante en Nimes, ¿cómo ha sido la experiencia?
—En 2015 tuve oportunidad de participar en el Festival Flamenco de Nimes acompañando a las palmas a mi hermana y es emocionante sentir el calor del público en el extranjero, cómo valoran este arte tan nuestro. La experiencia de este año con Mehstura ha sido inolvidable, ha sido otro concepto de espectáculo muy diferente, con un aire muy fresco y dinámico. Nos llevamos a tierras francesas un cachino de nuestra Extremadura, destacando el papel de la mujer en el flamenco, representando la vida misma que va desde la alegría, la pena y la pasión. Toda una experiencia compartida con mis compañeras de espéctaculo, Eva Soto, Rosa Escobar, Zaira Santos, Sara Castro, Vicky González y Nane Ramos. Un gran trabajo y un sueño cumplido gracias a nuestros directores artísticos, Jesús Ortega y Juan Carlos Guajardo, y a nuestro productor, Javier Pardo. Con Mehstura fue muy gratificante sentir que después de tanto trabajo y esfuerzo llega la recompensa, y ésta fue un precioso y enorme teatro con todas las entradas vendidas con un mes de antelación y los aplausos de un público muy respetuoso y entregado.
—¿Qué le hace crecer más?, ¿los éxitos o las pequeñas desilusiones?
—Esa es una gran pregunta. Aunque parezca contradictorio, pienso que ambas se complementan y son necesarias para ese fin. Los éxitos son la recompensa a tu trabajo, ese empujoncito que te motiva a seguir; las desilusiones te dan un golpe de realidad, esas pequeñas caídas son una fuente importante para aprender de ello y levantarte con más fuerza y sabiduría.
—¿La escucharemos cantar durante la Semana Santa cacereña?, ¿siente mayor respecto por hacerlo en su tierra?
—Me gustaría cantar al menos a algún paso en Cáceres, porque me siento partícipe de la Semana Santa de mi ciudad y porque es un acto de fe. Pero no siento ese mayor respeto porque cantar una saeta no es ofrecer un espectáculo al público, sino un acto mucho más íntimo que expresas desde el respeto y la fe.