«Hay que remodelar los rituales sociales a las necesidades particulares»

“Fallar construye el tipo de carácter y la fuerza que necesitan para sentirse felices y plenos”

“La crianza se trata tanto de nuestro crecimiento como del crecimiento de nuestros hijos”

Entrevista a Erin Cline, autora del ‘Tao de la Crianza’

La pandemia nos ha enseñado muchas cosas, pero entre todas ellas, nos ha hecho reconocer la necesidad que tenemos de compartir con los demás; de conectar cara a cara con las personas que nos importan…, de mantener unos ‘rituales’ que, ante todo, son sociales. Partiendo del taoísmo y el confucianismo, la filósofa y profesora de ética comparada en la Georgetown University, Erin Cline nos revela que, a diferencia de la enseñanza actual obsesionada con el éxito y los logros, los antiguos filósofos chinos se centraban en la realización personal entendida en términos morales, es decir, en el cultivo diario de valores como el amor, la confianza, la solidaridad, el respeto, la empatía y la creatividad, así como el nexo con la naturaleza y el descubrimiento de la verdadera vocación.

‘El Tao de la Crianza’ (Editorial Ariel, 2022) pone sobre la mesa las enseñanzas del confucionismo y el taoísmo para aplicarlas en la educación de nuestros hijos. Un libro donde la filosofía antigua china se nos muestra como herramienta del siglo XXI, apostando por el desarrollo personal y la confianza en uno mismo. “Los antiguos filósofos chinos creían que la crianza de los hijos era el último ejercicio de autocultivo moral: nos brinda oportunidades incomparables para desarrollar virtudes como la generosidad y la persistencia” asegura su autora. Y es cierto. Este libro es un excelente camino para recorrer saboreando cada palabra, reflexionando con cada aseveración y disfrutando de unas enseñanzas que no nos son ajenas y que, por alguna razón, estamos olvidando.

¿Cómo podríamos llevar estas enseñanzas a la vida de una adolescente influenciada por redes sociales como Tik Tok?                                    

Para los confucionistas los rituales son sociales: son una gran oportunidad para conectar, cara a cara, con las personas que nos importan y que se preocupan por nosotros. Invitar a amigos a participar de cenas familiares, caminatas en la naturaleza, o comidas festivas puede hacer que los rituales sean más atractivos para niños y adolescentes. Nos anima a pensar en términos generales sobre aquellos rituales y prácticas en las que participamos regularmente que le dan sentido y alegría a nuestra vida, nos conectan con los demás y nos alientan a enmendar o cambiar los rituales que han dejado de cumplir con su función. Entonces, si su adolescente no participa en alguno de ellos, ¿no sería mejor añadir un espacio para que todos compartan algo, por ejemplo, por lo que están agradecidos o preocupados? Hay que remodelar los rituales sociales a las necesidades particulares.

¿Cómo debe equilibrarse la educación de los hijos?

Debe combinar tanto la experiencia de educar y formar a nuestros hijos, como la experiencia de formarnos a nosotros mismos. Los antiguos filósofos confucianos y taoístas creían que todos éramos capaces de cambiar, no solo en nuestro comportamiento sino también en nuestras actitudes, sentimientos, motivos e intenciones. Ser madre ha ampliado mi aprecio por muchas cosas, y eso hay que aprender a verlo como una oportunidad para convertirse en mejor persona. La crianza se trata tanto de nuestro crecimiento como del crecimiento de nuestros hijos. Y somos personas más felices cuando aceptamos eso y vemos activamente la crianza de los hijos de esa manera: como algo para nosotros, y no solo para nuestros hijos.

Mayores y adolescentes hemos perdido, en mayor parte, los referentes y por lo tanto esos ‘rituales’ tan necesarios que nos apegan y nos recuerdan orígenes y tradiciones, ¿cómo revertir el camino? 

En su tiempo, Confucio estaba desesperado por lograr que la gente viera el valor de los rituales tradicionales y dejara de abandonarlos. Él creía que una de las claves para hacerlo era ayudar a las personas a ver el valor de estas prácticas: cómo pueden hacernos mejores personas y personas más felices. Pero para hacer eso, tenemos que estar dispuestos a darles una oportunidad a los rituales estando “totalmente presentes” o totalmente comprometidos con ellos. Los niños necesitan de nuestra ayuda para hacer esto y, al ayudarlos, también podemos ayudarnos a nosotros mismos. Visitar la tumba de un abuelo fallecido o mirar fotos de los familiares que perecieron sirve para ayudarnos a nosotros y a nuestros hijos a ser mejores personas. Debemos contarles historias sobre nuestros ancestros, sobre quienes fueron, sobre como era su vida, los retos a los que tuvieron que enfrentarse, así como todas las cosas buenas que hicieron y también las malas; de cómo sus acciones beneficiaron al resto de la familia y nos hicieron lo que actualmente somos. Necesitamos relacionar esas cosas con nuestro presente, con quiénes somos, con quiénes son los niños y con aquello que estamos haciendo en cada momento. Así que Confucio siempre nos pediría que empezáramos preguntándonos: «¿Cómo podemos practicar este ritual de una manera que nos ayude a ser un poco más amables, un poco más agradecidos, un poco más conscientes de los demás, un poco más alegres o un poco más persistentes?» 

“Centrarnos en la realización personal de nuestros hijos, en el cultivo de valores, y alejarnos del éxito y los logros banales…” esta corriente que usted promulga está en sintonía con esa vuelta de la sociedad a prácticas como el yoga o el “mindfulness”, ¿hemos vuelto a mirarnos a nosotros mismos?

Definitivamente, el deseo de una forma de vida más significativa está en la recuperación de estas prácticas. La mayoría de nosotros sabemos, en el fondo, que el dinero, el poder y el prestigio no nos harán felices y plenos, pero cuando la sociedad nos alienta a perseguir estas cosas, puede ser difícil resistirse a actuar por estos valores. Los filósofos chinos nos harían reflexionar sobre lo que realmente valoramos, lo que nos brinda alegría y satisfacción. El “mindfulness”, en gran parte, trata todo esto.

A los hijos a veces hay que protegerles, y otras tantas…, dejarles vivir la experiencia, aunque sea desagradable, ¿cuál es el límite hasta llegar a intervenir?

Los filósofos chinos nos alientan a permitir que nuestros hijos desarrollen resiliencia y persistencia trabajando duro, siendo desafiados y fallando. En cierto modo, esto no es natural para nosotros como padres: queremos que nuestros hijos tengan éxito y queremos protegerlos de la decepción, el dolor y la duda. Fallar construye el tipo de carácter y la fuerza que necesitan para sentirse felices y plenos. También nos da la oportunidad de demostrarles que los amamos, y que estaremos con ellos y los apoyaremos ganen o pierdan, tengan éxito o fracasen. Hay pocos regalos que podamos dar a nuestros hijos que sean más importantes que eso.

¿Cuál es el punto medio ‘occidental’ entre el confucionismo y el taoísmo?

No estoy seguro de que haya un punto medio occidental. Creo que nos beneficiamos al aprovechar algunas de las mejores percepciones de ambas tradiciones. Por ejemplo, las percepciones de la tradición taoísta sobre la bondad natural en nuestros hijos, que debemos ser cautelosos acerca de la sociedad o la educación, del dolor y de la destrucción. También son importantes las percepciones de las tradiciones confucianas sobre la trascendencia de desarrollar un amor por el aprendizaje (en lugar de simplemente aprender mucho) y el valor de los rituales.

Como dice el Tao Te Ching «todo el mundo lo sabe, pero nadie es capaz de ponerlo en práctica» ¿cuál es el primer paso para cambiar y abrazar todas estas enseñanzas?

Creo que el “mindfulness” es excelente para comenzar: centrarse en momentos individuales, trabajar para estar completamente presente con nuestros hijos cuando estamos con ellos, prestar atención a lo que estamos haciendo y diciendo cuando estamos con ellos, en este sentido es muy útil.

Centrarnos en nuestros propios motivos y no seguir a ciegas a otros en sus ‘cualidades seductoras’, por favor, ¿cómo le explico eso a mi hijo adolescente?

¡Los filósofos chinos creían que aprendemos mejor estudiando a otras personas! Por lo tanto, ser capaz de leer y discutir sobre personas reales que tienen buenos motivos en lugar de malos, que experimentan diferentes tipos de éxito pero que también fracasan, es un buen sitio por dónde empezar. Hacernos estudiantes de la humanidad es muy útil: mirar ejemplos de personas reales es instructivo para mostrar que, en términos generales, las personas más ricas, famosas y poderosas no son las personas más felices, ni más satisfechas, ni más generosas ni más compasivas. Y cuando esas cualidades se alinean, si observamos las historias de personas individuales, tendemos a ver que no es porque tengan riqueza, fama y poder que se sienten felices y realizadas.

¿Qué ha sido lo más complicado de explicar en occidente sobre esta filosofía oriental?

Creo que lo más difícil de apreciar para la gente es cuán diversas eran las opiniones en la antigua China y cuán diferentes son estas opiniones sobre la crianza de los hijos respecto a las opiniones modernas, incluso en el este de Asia. Una de las cosas que las hace tan valiosas para nosotros hoy en día es que ofrecen un conjunto diferente de enfoques de crianza de los que tendemos a encontrar hoy en día, tanto en Oriente como en Occidente.

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M. Isabel Rodríguez Palop

M. Isabel Rodríguez Palop

Una apasionada del Flamenco.

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