Pilar García

«Llega un momento en que la gente sufre por ti, en vez de disfrutar»

A la edad en la que todos comenzamos a desenvolvernos en el mundo, Pilar García (Don Benito, 1984) ya estaba bailando. Con tres años empezó con las rumbas y las sevillanas, y a los siete ya estaba en la Peña Flamenca de Don Benito dando ‘pataítas’ como dice ella. Nueve años después se fue a Sevilla. La América de los artistas flamencos, la oportunidad de oro. Dejó los estudios y comenzó a trabajar en el flamenco, ‘sin parar’ nos asegura. Mientras tomaba clases en la Academia de Manuel Betanzos en la calle Rodrigo de Triana, se le presentó una buena oportunidad. Ser protagonista de una audición ‘real’, nada más y nada menos que con Cristina Hoyos. «Fui supernerviosa, fue algo muy grande encontrármela», relata entusiasmada.

-¿Y qué tipo de prueba tiene que pasar una bailaora para poder acompañar a una primera figura como ella? -Son dos pruebas. Recuerdo que fue en el museo que ella y su marido tienen o tenían, porque creo que está a la venta. Cristina comenzó a dar unos pasos por tangos y los aspirantes teníamos que pillarlos. Luego en la audición individual había que realizar unos giros de diagonales para ambos lados. -¿Y cómo le salieron? -¡Fatal! (y comienza a reírse). Pero lo mejor fue conocerla. Cuando la vi, tan bajita, tan racial… fue como cuando vi a Manuela Carrasco tan grande, tan flamenca. Me impresionó tanto… -¿Y le dio algún consejo? -Estábamos allí miles y miles de personas. La pobre solo me decía ‘tranquilízate, que no pasa nada’. Ya es bastante, ¿no? Que se acerque a la gente un figurón de su talla… -¿Por qué?, ¿tanta altivez hay en el mundo del baile? -Sí, hay mucha, pero bueno… (y sigue riéndose). La sonrisa de anuncio de esta joven bailaora no hace más que acentuar su frescura, su juventud, sus ganas de comerse el mundo. Sin prisas, y con la sana ambición de ser simplemente lo mejor de ella misma, Pilar lucha en cada paso por subirse a un escenario como bailaora, ya que también desde los doce años acompaña con las palmas. -Cuando se sube a un escenario, y ‘solo’ toca las palmas, ¿cómo consigue mantener los pies en el suelo y no arrancarse a bailar? -Hay que aguantarse, si es verdad. Cada vez que estoy arriba, me encantaría salir siempre a bailar pero no es plan ¿no?. A mí me contratan de ‘palmera’ y si la cosa sale bien en el fin de fiesta salgo a bailar, si no, me quedo de ‘palmerita’, Terminas y luego en los camerinos: ¡vamos! Y la formas allí (y vuelve a reírse). -¿Cómo se enseña al público a saber de baile? -Una vez que sabes de cante puedes entender un poco de baile, pero muchos palos no son iguales. La soleá tiene que ser sentía pero no tan parada como en el cante porque va a compás, no se puede correr. En las bulerías hay que saber rematar bien, si has entrado bien., es muy difícil. Tienes que estar ‘dentro’. -¿Qué virtudes tiene que tener una buena bailaora? -Lo primero, humildad. Humildad en la guitarra, en el cante, en el baile…, en todo. Después, querer aprender y nunca ser una ‘superartista’. -¿El pecado capital del flamenco es la soberbia? -En este mundo hay poco, poquísimo compañerismo, y eso que no somos muchos en Extremadura. Hay poca humildad y la gente rivaliza todo el tiempo y no es así. Cada uno debe hacer lo que sabe: tú sabes lo tuyo, y yo sé lo mío. -¿Hay un buen nivel en el baile flamenco extremeño? -Sí que lo hay. Tenemos por ejemplo a Manuela Sánchez, es muy buena bailaora, una gran amiga y me encanta. Carmen Osado también, que es un poco extremeña y un poco madrileña, Jesús Ortega también es una primera figura. -¿Se ha planteado luchar por el premio ‘El Desplante’ de La Unión? -No, y pienso que no lo voy a hacer nunca porque los concursos no me gustan. No me parecen justos nunca, y no creo que lo vayan a ser ni conmigo, ni con ninguna de las otras bailaoras que se presenten. -¿Ya no es necesario tener un premio en el currículo para subirse a un buen tablao? -No creo que se necesite un premio para bailar o no. Es el público el que decide si te quiere ver bailando o no, tengas ‘El Desplante’ o no. -Todos los artistas, o al menos la mayoría, sueñan con llevarse un premio de La Unión, ¿tanto da? -Pero, ¡si el Premio Nacional de Córdoba es muchísimo mejor!. Para mí es una segunda parte del de Córdoba, La Unión va detrás de éste. Es más, en el de Córdoba quedó el premio al baile desierto, ¡y eran auténticas máquinas las que se presentaron! No se me pasa por la cabeza estar ahí (y ríe a carcajadas). -¿Hay un tope de edad para subirse a un escenario? -El arte no se te va, pero estéticamente llega un momento en que el público empieza a sufrir por ti, y no disfruta de ti. Es como cuando estás embarazada. Puedes hacerlo mientras el médico te lo permita, pero si es cierto que si el público sabe que estás embarazada de cinco o seis meses no disfruta de lo que estás haciendo, estéticamente… ya no es por ti, es por el público que empieza a sufrir. -¿Hay una edad para retirarse? -¿Retirarse?, ¿del todo?, pero ¡puedo seguir dando unas pataítas o algo!, ¿no? (vuelve a reírse a carcajadas). Creo que sí, en el baile sí. -¿Cuál sería esa edad? -Depende de cómo se sienta cada una. Hay algunas con sesenta años que están con una fuerza, y están delgadísimas, es que ¡pueden estar mejor que yo! -¿Da vértigo ser la novia de Francis Pinto? -Sí que lo da. Sientes más tensión. -¿Y cuando comparte el escenario con él? -¡Es tu novio! Te ve la cara en todo momento y da más vergüenza. Sientes que tienes más responsabilidad de lo normal, además, ahora todo el mundo dice: ¡es la novia de Francis Pinto! y yo todo lo que tengo me lo he ganado yo, a mí Francis Pinto como tal, no me ha dado nada, además sobre el escenario tengo que quedar mejor de lo que pudiera quedar si no fuera mi novio. -¿ Y cuando están enfadados? -Pues nada, en el escenario se olvida todo. Tienes que ser compañera. Nosotros ensayamos y me riñe cuando me tiene que reñir delante de los compañeros, o no, aunque no me da muchos consejos pero si me dice ‘que haga lo que sé’. Tenemos que dividir lo que es la profesión de lo que no es, si queremos mantener la relación. -¿Qué sueños le quedan por cumplir? -Mi sueño es estar como estoy. No quiero subir más alto, no quiero estar en ninguna compañía. Quiero seguir así. Quiero mi vida y quiero seguir subiéndome a un escenario por Extremadura. Si viajo quiero estar dos días y volver. Quiero mi familia, mis hijos, y no pasarme toda la vida viajando en un avión sin tener una vida en condiciones. -Cuando habla de familia, ¿se refiere a casarse con Francis Pinto? -Sí, a tener mis hijos, mi casa, estar con mis padres, mis hermanos… -¿Y cómo se imagina su boda? -Misa flamenca seguro que tendré, aunque no creo que sea muy flamenca. Solo irán los que son nuestros amigos. No todos los cantaores o guitarristas de Extremadura. Ni yo voy a bailar en mi boda, ni él va a tocar. Queremos desconectar. Artículo publicado en: http://www.hoy.es/v/20110409/sociedad/llega-momento-gente-sufre-20110409.html

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M. Isabel Rodríguez Palop

M. Isabel Rodríguez Palop

Una apasionada del Flamenco.

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