Felipe Lara, cantaor

«Nada ha superado jamás mi pasión por el flamenco»

Me descubrió Francisco Zambrano esta voz y estas historias tan extremeñas, tan nuestras, envueltas en flamenco tomando café en la pacense Plaza de San Francisco. Ya no pude más que introducirme en el trabajo de Felipe Lara y en su múltiple labor como cantaor, compositor, letrista…, porque este dombenitense ha sabido compaginar lo más puro de nuestra región con lo más ortodoxo del cante, y eso no es fácil. Sobre todo cuando te acompañas de mucha afición, muchas ganas y poco más que un pulido compás en su último trabajo. Para los que saben, eso ya es bastante. Felipe Lara no esconde sus conocimientos ni sus ganas de que los demás disfruten de lo aprendido. Aficionados o no tendrán la oportunidad de hacerlo el viernes que viene en la ciudad que vio nacer nuestros cantes.



–¿Qué van a encontrar los aficionados el próximo 27 de febrero en el Centro Regional Flamenco?



–A un humilde defensor de la cultura y el arte flamenco de Extremadura, Felipe Lara, quien con sencillez y muy bien arropado por la guitarra de su hijo el musicólogo Felipe Gértrudix y el flamencólogo extremeño Paco Zambrano se entregará en la interpretación de una treintena de cantes, a los que ha puesto letra propia y alguna melodía de su cosecha, con comentarios descriptivos de los escenarios naturales donde nacieron los diferentes estilos.



–Casi nada…, ¿por qué ha sentido la necesidad de editar ese trabajo en un cd?



–Llevaban mucho tiempo rondándome las ganas de brindarle a mi tierra, a mi pueblo y a mi gente un merecido homenaje. Muy especialmente a mis paisanos del mundo rural que con tanto esfuerzo y sacrificio realizaban las faenas agrícolas y artesanales que yo en mi niñez conocí, participando en la medida de mis posibilidades siendo menor de edad.



–Treinta y cinco cantes en un cd en el que no se acompaña de nada…



–Precisamente por querer reflejar los escenarios del cante en su estado y forma más pura, consensuándolo con mis hijos, musicólogos, Felipe y Manuel con el que convinimos en que este trabajo precisaba de esa intimidad y entrega de la voz en solitario, de un emigrante extremeño como yo amante de la cultura y el arte de su tierra.



–¿Son necesarios los recuerdos y las añoranzas en el flamenco?



–Sin lugar a dudas. El flamenco no nace por arte de magia, tiene unas raíces folklóricas muy profundas en el tiempo. Son los trabajos y vivencias de los habitantes del mundo rural, motivadores de numerosos estilos de los que más tarde, voces más líricas en solitario han buscado su recreación consiguiendo así su estatus flamenco.



–¿Cómo se gestó este trabajo?



–Partiendo de un cúmulo de vivencias provocadoras propias surge la necesidad de ordenar y escribir las ideas, que me han permitido hacer realidad el sueño de muchos años de querencia. Luego vino el meterme en el estudio de grabación, hasta conseguir grabar tan amplio repertorio con el suficiente grado de satisfacción. Una vez plasmada la obra, se la di a conocer a mi buen amigo Francisco Zambrano Vázquez quien no dudó en dedicarme una valiosa semblanza, que va escrita en las páginas interiores del librillo que acompaña al cd. La foto que aparece en portada me la hizo María Luisa Barrio Aira, mi mujer, y el diseño es de mi hijo Manuel.



–Es usted cantaor, autor, compositor…, ¿con cuál definición se queda?



–Originalmente soy cantaor por herencia de mi padre Felipe Gértrudix Rodado pero a medida que he ido creciendo y adquiriendo una mínima formación afloró en mí el interés por la literatura y la poesía que me transmite mi madre Luisa Lara Miranda. Escribo mis primeros poemas a la edad de once años, y tras la muerte de mi padre, desde Don Benito llego a Madrid dos meses antes de cumplir quince años. Combino estudios de electricidad y electrónica con los musicales y poéticos, sin dejar en ningún momento mi pasión por el flamenco. De hecho, obtuve varios premios en concursos radiofónicos, incluso el carnet profesional de cantaor flamenco del Sindicato Nacional del Espectáculo, en un examen público en el Teatro Fuencarral de Madrid. Recuerdo que el jurado estaba compuesto por Antonio Mairena, Jacinto Almadén, Pepe el de ‘La Patrona’ y José Serrapí ‘Niño Ricardo’. Con veinte años ingresé en la Sociedad General de Autores, donde hasta hoy he registrado más de mil títulos, unos como autor y otros como autor-compositor. Confieso que cuantas actitudes he desarrollado han enriquecido a mi humilde persona, pero se lo aseguro: nada ha superado jamás mi pasión por el flamenco.



–Francisco Zambrano asegura que su voz es «blanca, clara, bonita, musical y melódica»; ¿cómo la definiría usted?



–Bueno, está claro que Paco me aprecia mucho y yo se lo agradeceré siempre. Me da un poquito de vergüenza definirme. Creo que le contestaría mucho mejor diciendo que como en el género lírico, en el flamenco intervienen muy diversas voces: afillá, natural o de pecho, flexible o cantaora, laína o melódica, de falsete, etc., que como decía mi buen amigo Juan Valderrama: todas son igual de válidas si ejecutan los cantes dignamente. También decía el maestro jienense que para él no había cante grande y cante chico, sino cante bien ‘interpretao’.



–Cuéntenos como fueron esos ‘cien estilos explicados’…



–Una osadía para un joven cantaor con veintiséis años de edad, que eran los que yo tenía cuando se grabaron en 1971, aunque después se editara en un año más tarde. El aprendizaje y la recopilación me supuso muchos años de investigación y perfilamiento de los estilos, que eran la suma de todos los que aprendí de mi padre. De grandes maestros no promocionados que tuve la suerte de conocer en mis viajes por Extremadura y Andalucía, y de los profesionales que desfilaron por la «Peña Charlot», que en la Casa de la Mancha en Madrid fundaron dos indispensable referentes de nuestro arte: Pepe el de ‘La Matrona’ y Bernardo el de ‘Los Lobitos’. En esta antología titulada ‘Cien estilos del flamenco’ conté con un buen equipo artístico profesional. Las guitarras de Félix de Utrera y Angel Rodríguez, los palillos solistas de Carmen Sibajas, las palmas de Eugenio de Badajoz y Pedro Ramírez (Perico Sevilla) y los palillos de Alicia Albaicín y Maruxa de Málaga.



–Canta a las huertas, olivos, tierra.., ¿qué cante flamenco sería Extremadura para usted?



–¡Cómo no cantarle a la belleza de nuestros paisajes, costumbres, labores campesinas y todo aquello que nos otorga identidad como pueblo extremeño! Extremadura desde siempre ha tenido cantes propios, como bien sabe Zambrano, como son los ‘Jaleos’ y Tangos extremeños, pero hay muchos estilos que son a la limón extremeño-andaluces llámense fronterizos como livianas y serranas, romances, alboreás, soleares o los agrícolas y artesanales.



–¿Qué le falta al flamenco extremeño?



–Si la pregunta la entiendo como qué le falta al cante flamenco extremeño me atrevo a decir, que ya está dotado de valores poéticos y melódicos muy envidiables por los buenos aficionados de otras latitudes geográficas. Para mí lo que necesita es que esta tendencia, que hay en estos últimos tiempos y que no es más que ese esfuerzo por apoyar su difusión a escala nacional y mundial, siga teniendo excelentes mantenedores, como mi buen amigo Francisco Zambrano con sus festivales, conferencias, publicaciones y programas radiofónicos como ‘Palos y Quejíos’ con la valiosa colaboración de mi admirada amiga Laura Zahínos, mi amigo Pedro Delgado Gómez con su blog «Quejío Flamenco» o José María Pagán Bouzo desde el Centro Extremeño del Flamenco de Badajoz. También el de la Consejería de Educación y Cultura Dirección General de promoción Cultural del Gobierno de Extremadura y de los medios de comunicación, como este, que trabajan desde la tierra.



–Don Benito es tierra de cantaores, ¿a qué le atribuye usted esa tendencia?



–Es cierto que al ser un pueblo grande ha visto como por los escenarios de sus teatros han pasado muy buenos artistas de este arte, que han dejado poso y afición pero hay una realidad innegable que es que al ser una población extremeña con muchos talleres artesanos, el flamenco se convirtió en la amenidad a sus duros trabajos. El cante era indispensable desahogo para soportar las dilatadas jornadas de trabajo. Igualmente ocurría a los campesinos, en sus faenas agrícolas. Ello fue más que suficiente germen, para la creación de muy buenos cantes y excelentes cantaores.



–¿Qué le gustaría que quedara de su trabajo en el flamenco?



–Nunca he sido un ‘relumbrón’ pero sí un inagotable pozo para saciar la sed de conocimientos folklórico-flamencos de futuras generaciones.



–Futuras generaciones, como la de su familia que se dedica a la música, al arte…



–Mi compañera sentimental M Luisa Barrio ‘Maruxiña’ ha sido la autora, como le decía de la portada del cd; mi hijo Felipe es doctor en Musicología por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid; y mi otro hijo Manuel es profesor de Solfeo, Piano, Armonía y Formas Musicales, entre otras titulaciones y dedicaciones que tienen ambos. La savia nueva me viene con mis nietos: Mario estudia piano y saxo, Luna, piano y flauta travesera, Noelia, piano y danza y Marco estudia los ritmos flamencos tocando las palmas y canturreando el «tiri ti trán».



Artículo publicado en: http://www.elperiodicoextremadura.com/m/noticias/badajoz/felipe-lara-cantaor-nada-ha-superado-jamas-pasion-flamenco_856250.html

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M. Isabel Rodríguez Palop

M. Isabel Rodríguez Palop

Una apasionada del Flamenco.

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