En corto
“Si hay un proceso creativo compartido por dos personas y hay una que pone límites ya es imposible”
“No es necesario conocer el flamenco porque se trata de sentir”
“Yo no soy más que nadie, soy Eva”
“EL Auto de Fe de Eva La Yerbabuena”
La “madre del performance” y Premio Princesa de Asturias de las Artes 2021 Marina Abramovic decía que «no puedes hacer un buen trabajo/obra si estás/eres feliz». Seguro que Eva La Yerbabuena (Eva María Garrido García, Fráncfort, 1970) también suscribe a la artista yugoslava y decimos ‘también’, porque lo que se pudo ver, en la apertura de la XXII edición de la Bienal de Flamenco de Sevilla con la obra “Re-fracción” (Desde mis ojos)’ de Yerbabuena y Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola fue una performance con la que Eva se inmoló sobre el escenario. Trepidante, audaz, original, a veces claustrofóbica otra liberadora, este espectáculo, coproducción internacional de la Bienal junto al Teatro de Nimes, los teatros del Canal y el Festival de Biarritz es un auto de fe. Un acto público que sin dejar atrás el flamenco (se disfrutan los tangos, se aplaude la soleá, se sufre con auténtico placer las siguiriyas…) es pura vanguardia. Esta periodista que les escribe disfrutó y sufrió a partes iguales; tuvo la piel erizada los más de 80 minutos que duró la obra y retuvo en su estómago durante horas, todo lo que Eva, la que inmoló y la que se quedó, produjo en el público. Fantástico arranque para una Bienal que, desde “Re-fracción” hasta hoy, a ofrecido 20 espectáculos en seis espacios diferentes con aforo completo (en la mayoría); alrededor de 25 actividades sin contar con encuentros con los artistas participantes en esta edición, unos 10, en los que han podido compartir sus proyectos con medios de comunicación y público general. Un público que se estima, alcance las 40.000 personas, eso sí, heterodoxo y ávido de experiencias fuertes, al que, además, puede o no, gustarle el flamenco.
Ahora, nos quedamos con Eva La Yerbabuena para, desde sus ojos y con esta conversación, encontrar, entre otras latitudes, la quebradiza fortaleza de esta auténtica maestra. Pasen y lean.
“Re-fracción”, ¿es un auto de fe?
Re-fracción es un diálogo entre Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola y Eva María Garrido García. Es un diálogo muy, muy a corazón abierto de cómo estamos, como nos sentimos, hacia dónde queremos ir ahora mismo. Compartimos en ese diálogo todo lo que te pone, te quita, donde ellos te ven, donde tú te sientes, de una manera o de otra; un diálogo muy de desnudarnos, de hablar de todo esto, de compartir. Un diálogo maravilloso. Es lo primero que hemos hecho para, de alguna manera, conocernos y saber dónde estamos. Y de ahí nace “Re-Fracción” (Desde mis ojos) que son los ojos de Juan Kruz, cómo me ve él, ¡es su mirada! Y de alguna manera, mi mirada a cómo me observa, como me mira él. Eso es “Re-Fracción”.
¿Juan Kruz era el elemento necesario para alcanzar y saber hacia dónde quiere llegar?
No he sido nunca una persona de decir “quiero llegar hasta…” eso nunca ha estado en mi cabeza, ni a lo largo de los años lo he pensado siquiera. No ha habido una meta a donde llegar. Yo conocí un trabajo de Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola y me enamoré totalmente. Con su trabajo de “Romances” (Kruz fue el director escénico de esta obra para los bailaores Rafael Estévez y Valeriano Paños) me enamoré de su forma de dirigir. Pasan los años, y el director de la Bienal, Chema Blanco, me llama y me pregunta por él. Nunca se había dada la ocasión porque no es fácil. No es fácil cuando vienes de otro mundo, otra metodología…, no conoces el flamenco…, aunque también le digo que no es necesario. No es necesario conocer el flamenco porque se trata de sentir. Él me parece una persona maravillosa con unas sensibilidad fantástica y lo cierto es que no lo dudé y dije: ¡Me encantaría! Me encantaría compartir un viaje, un proceso de trabajo. Cuando me senté con Juan coincidimos en muchas cosas, la verdad es que ha sido muy enriquecedor y ameno; y eso a pesar de que en el espectáculo hay cosas que no son fáciles, que son bastantes profundas. Para nosotros el poder confiar el uno en el otro ha sido maravilloso y algo necesario para crear lo que se ha creado. Ese punto de refracción, esa manera de trabajar con las luces, las sombras, y de poder conseguir esa desnudez encima de un escenario.
Lo cierto es que Kruz tiene un peso tremendo en la obra; en realidad usted se reconoce en él…
Si, no hay duda. Es muy difícil cuando nunca has trabajado con una persona que de primeras puedas decir: aquí estoy, desnuda de alma, de corazón…, vamos a poner todo lo que hay que poner en el asador y ¡adelante! No ha habido dudas, miedo, ¡nada de eso!, ha sido: vamos y vamos. Si empiezas una creación y empiezas con limites ya vas mal. Si hay un proceso creativo compartido por dos personas y hay una que pone límites ya es imposible.
¿Podríamos considerarla la Marina Abramovic del flamenco?
(Se ríe) Yo he leído su biografía y tenemos bastantes cosas en común, ¡me sorprende mucho que me diga esto! Es increíble. Más que yo, hay amigos que leyendo su biografía me lo han dicho, de hecho, esa biografía me la regaló
Nicanor Cardeñosa, que es un periodista maravilloso, que me la recomendó porque teníamos Abramovic y yo, teníamos muchas cosas en común.
Es verdad que cuando lo lees dices: ¡qué fuerte! Hay una frase que llevo diciendo muchos años que es que “acabamos conociéndonos a través de desconocidos” porque no tienes oportunidad de conocer al público profundamente, ni a cada persona que te mira, que te observa; pero sí que te llegan opiniones, hablan contigo y te dicen como te ven, ¡y te sorprendes!
Odio las comparaciones, pero soy la menos indicada para compararme con ella. No soy nadie para ponerme a la altura de artistas tan grandes.
La misma Abramovic decía que con el arte “lo importante es sólo deleitarse viéndolo” ¿lo suscribe?
Totalmente. Yo me siento a veces tan inculta en tantas cosas…, pero ¡no me importa! Yo quiero leer, ver cine, ir al Louvre, ¡y no entiendo! Pero yo no quiero entender, ¡yo quiero sentir!, quiero emocionarme, llorar, reírme. Yo no trato de entender; si dejo de hacer cosas porque no entiendo, ¡es que sigo poniéndome limites! Y uno de los peores límites es pensar: como no entiendo no voy. No, no. Yo no entiendo de pintura, pero veo un cuadro y me emociona; me da vida, me abre el alma y los sentidos; y se trata de eso. Quiero sentir, quiero ir a ver, quiero salir plena de un espectáculo o leer un libro y sentirlo. Se trata de eso.
¿Por qué inmolar, ahora, a Eva?
Vamos sufriendo pequeñas metamorfosis, vamos cumpliendo edad, madurando, adquirimos algunas cosas, dejamos otras…, hay un proceso de trayectoria, de vida, de preguntarse ¿quién soy yo ahora? La vida te cambia y tu vas cambiando. Vas sintiendo de otra manera, observando de otra manera.
Una de las grandes metamorfosis para mí fue ser madre, me cambió la vida. Las dos veces que ha sido madre me ha cambiado la vida. Sientes, piensas, hueles, quieres diferente. Vamos teniendo un proceso de evolución con los años y se trata de eso: una muerte para un resurgir.
Cuando baja del escenario tras sufrir y respirar ‘Re-fracción’, ¿cómo se recompone?
Es algo que tantas veces he pensado…, mi maestra Angustia, bailaora de Granada, siempre me decía “cuando te bajes del escenario Eva, pisa siempre la tierra, no andes por arriba” y es así. Yo soy una persona más, como otra cualquiera que cogió un medio de lenguaje maravilloso, el flamenco. Un arte al que yo le debo tanto…, porque me ha hecho sentirme realizada en tantos aspectos en mi vida…, y es un arte tan identitario, tan respetado fuera y dentro, (donde nos gustaría que lo fuera más), pero tan directo…, me siento privilegiada porque en todo el proceso creativo, que es para mí maravilloso…, todo ese tiempo hasta que llega al estreno..; es algo que nunca me ha costado trabajo: terminar y decir, Eva, ya has estrenado y este espectáculo tiene que seguir creciendo, ¡porque soy Eva! soy igual que otra persona, igual que el que abre la puerta a la gente que viene a saludarte, un acomodador…, yo no soy más que nadie, soy Eva. Lo tengo muy claro. Lo importante es ser persona antes que nada en la vida. Me gusta la sencillez, la generosidad y, sobre todo, ser persona. Yo no quiero cambiar.