“No hay mejor muestra de integración que el flamenco”

EN CORTO:

“La forma que tiene de mirar al mundo la protagonista nunca es desde el odio ni el rencor, sino desde la ilusión”

“El flamenco, como cualquier música, puede ayudarnos a mejorar, a integrarnos o aceptar partes de nosotros mismos que nos desagradan”

“Toda expresión cultural es una buena forma de normalizar lo diferente”

Entrevista a Mario Herrero, autor de la obra “La luz del duende”

‘Poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo explica’ así definía Federico García Lorca en su conferencia ‘Juego y Teoría del Duende’ (Buenos Aires en 1933) a lo que ocurre cuando los soníos negros del flamenco iluminan una noche épica; a la comunión perfecta de escuche y cante; al embrujo, a la magia…, todo eso es el duende y Mario Herrero (1991) lo sabe. Guitarrista flamenco (hijo del también guitarrista, compositor y docente Oscar Herrero), graduado en Psicología y escritor de artículos, poesía y novela nos presenta su última obra: “La luz del duende”: la historia de una chica con autismo que sueña con ser bailaora en pleno siglo XIX. Es decir, una historia de superación donde el flamenco, en otra de sus facetas que es la de la inclusión, arropa los sueños de esta artista. A esta obra le precede otra anterior “El duende distraído”: “son novelas que pueden leerse por separado, no influyen la una en la otra”; pero en cualquier fórmula os animo a hacerlo. El flamenco inclusivo vuelve a ser protagonista. Otro motivo para seguir aplaudiendo a este arte del que es evidente que nos quedará, siempre, todo por aprender. Pasen y lean.

¿Por qué siempre utiliza el término duende?, ¿qué es para usted?

Es el don natural, la capacidad de hacer magia con la música, en este caso con el flamenco, que une esta serie de libros que estoy escribiendo. Es la facilidad, la capacidad innata; sin embargo, lo que precisamente quiero transmitir con estos libros es que el duende también puede aprenderse porque puede contagiarse escuchando, amando la música, tocándola, juntándose con unos y con otros; y que hay diferentes tipos de duende, que no sólo hay que tocar o sentir de una determinada forma el flamenco. Que hay artistas con un tipo de magia o con otra. Eso es lo bonito de la diversidad en el arte; al igual que hay miles de personalidades, hay miles de creatividades y de genialidades.

¿Qué diferencia hay entre su novela «El duende distraído» y «La luz del duende»?

Aparte de los argumentos y las épocas, “El duende distraído” se enfoca más en el talento, en el aprendizaje, en la comparativa de sensibilidades; “La luz del duende” habla del caso específico de alguien con grandes dificultades, y de lo importante que es creer en uno mismo.  

¿Como surgió esta novela?

Está relacionada con mi novela anterior, “El duende distraído”

que narra la rivalidad entre dos guitarristas, uno más técnico y virtuoso frente a otro con más alma y talento natural, ambos personajes de ficción. “La luz del duende” en cambio, habla de los antepasados de algunos protagonistas de la novela anterior.

Es una novela de ficción ambientada en algo tan real como la sociedad de la época (y sus cafés cantantes); el desconocimiento de la diversidad funcional y el machismo de la sociedad…

Sí, es una historia de ficción pero situada en un contexto histórico real. Octavio Marinetti es un personaje basado en la figura de Silverio Franconetti; Anilla es la chica con autismo pero que, a pesar de sus limitaciones, quiere bailar. La llaman “La Tonta”, la insultan, se meten con ella…, era una época en la que este tipo de trastornos no sólo se desconocía sino que incluso se llegaba a apartar de la sociedad a quienes lo padecían. Eran tiempos difíciles. En los cafés cantantes no solo había arte, música y fiesta; también prostitución, exceso de alcohol y todo lo que deriva. Las historias de este libro son ficticias, pero es fácil suponer qué tipo de vivencias podían tener las mujeres; no es descabellado pensar que ocurriesen cosas como las que narro en el libro en el que encuentras personajes malvados, peligrosos, incomprendidos, violentos…, pero también buenos y entrañables que ayudan y apoyan a Anilla. Encontraréis historias que envuelven a los primeros artistas conocidos del flamenco.

¿Qué ha aprendido de Anilla?

Comparto con ella su constancia, su tesón y su determinación. Pero es de admirar, sin duda, el amor que tiene a la vida después de todo lo que sufre, del miedo y el dolor por el que pasa. La forma que tiene de mirar al mundo la protagonista nunca es desde el odio ni el rencor, sino desde la ilusión.

El flamenco inclusivo ya es una realidad amparada en el trabajo de bailaores como Paco Mora (‘Flamenco para Recordar’) o José Galán, ¿sigue la estela de esa ‘normalización’ esta novela?

El trabajo de Paco Mora me parece encomiable. El flamenco, como cualquier música, puede ayudarnos a mejorar, a integrarnos en la sociedad e incluso a llegar a aceptar partes de nosotros mismos que nos desagradan. Los beneficios de la musicoterapia son reales. Realizar una actividad artística es expresarse, es atreverse a expresar los sentimientos y más en el flamenco, un arte tan espontáneo, tan visceral.

¿La guitarra está viviendo un buen momento?

Está viviendo un buen momento porque actualmente hay guitarristas absolutamente increíbles, tremendos; pero también un mal momento en cuanto a la identidad propia del instrumento. No hay espacio para la figura del concertista de guitarra flamenca, a sus obras, a sus composiciones. Hace falta un espacio más amplio para nosotros… el cante y el baile son maravillosos pero la guitarra también, y no sólo para acompañarlos, sino para hacer sonar su propia voz.

¿Qué es lo más importante que ha aprendido de su padre Oscar Herrero?

Aparte de aprenderlo prácticamente todo de la guitarra (aunque actualmente termina el Grado de Guitarra Flamenca en el Conservatorio Superior Rafael Orozco en Córdoba) he aprendido a que en el arte hay que ser, como en todo, una persona decente, honesta, y respetuosa con los demás. También he aprendido su visión de la guitarra y de la música como algo creativo. Como una forma de expresar sensibilidades al margen de estilos, corrientes o roles.

¿Cree que el flamenco es una buena forma de normalizar lo diferente?

Toda expresión cultural es una buena forma de normalizar lo diferente. El flamenco es el mejor ejemplo ya que es el resultado del más puro mestizaje: música gitana, árabe y andaluza, más la propia mezcla de culturas que ya lleva de por sí Andalucía. El flamenco lo hicieron todos los excluidos integrándose entre ellos, y el resultado fue grandioso. No hay mejor muestra de integración que el flamenco.

Facebook
Twitter
LinkedIn
M. Isabel Rodríguez Palop

M. Isabel Rodríguez Palop

Una apasionada del Flamenco.

Relacionados

Post's relacionados