Miguel Vargas, guitarrista extremeño

«No solo es cantar y bailar sino aportar algo nuevo, eso es lo difícil»

Extremadura ha dejado con la boca abierta a Bruselas. Abierta de admiración y de hambre de nuestro flamenco. Los encargados de abonar este nuevo caldo de cultivo: el toque de los Vargas. Guitarristas, creadores, conservadores y guardianes de un pulgar que sin el reconocimiento de autóctono, es más nuestro que el cante del Marqués de Porrina. Acompañados del cantaor Francisco Escudero Márquez El Perrete los Vargas han sabido transmitir «·a través del lenguaje universal de la música» la historia de nuestros jaleos y tangos extremeños en el Palacio de Bellas Artes, también conocido como BOZAR, en el marco del Festival Flamenco de Bruselas. Las vivencias de Miguel Vargas, -el patriarca-, su niñez en Portugal, la madurez en Mérida, el trasiego fuera de la región y la lucha, ya dentro de la propia tierra, por el reconocimiento de ese sonido, de ese toque que suena a Extremadura. Con el apoyo de la secretaría general de Cultura, los Vargas ya han hecho historia en Bruselas, como ya lo hiciera Jesús Ortega y su Meshtura, en Nimes. El flamenco extremeño se mueve, y la Junta de Extremadura lo empuja. Estamos de enhorabuena.

-¿Qué han podido escuchar nuestros vecinos belgas?

-La historia viva de nuestro flamenco. Hemos hecho una conferencia ilustrada (narración y demostración práctica de la didáctica) en la que, sin centrarnos en detalles técnicos, he contado mi vida. Lo que he vivido en Portugal, en Extremadura, cómo he aprendido, cómo he hecho mi toque. Hemos hablado de la mujer gitana, cómo nace y dónde se hacen los jaleos y los tangos extremeños…, todas esas cosas he ido enseñando. Luego me he llevado al Perrete para hacer unos cantes, para poner en práctica esas vivencias propias. Hace años le pregunté a mi padre, que tenía 95 años, si eso que yo escuchaba ya lo hacían mis abuelos…, me refería a los jaleos, a esas juergas que se hacen desde hace cientos de años y me decía que sí, que él los conocía de niño, de escucharlo a su padre, a su abuelo…, esas cosas he querido transmitir. También he hablado de la romería de la Virgen de los Remedios, de Porrina de Badajoz. He querido hacerles ver cómo nace y cómo cuidamos aquí nuestros cantes autóctonos, cómo se mantienen, quiénes lo mantienen…, porque mire, todo eso lo he vivido yo y he querido ir contándolo como una historia, como parte de mi historia… y haciendo hincapié quizás, en una de las cosas más importante: cómo ahora la gente joven lo continúa, como prosigue ese legado. Porque esto va a seguir, estoy seguro. Esto ya no hay quien lo pare.

-¿Qué es lo más curioso que les ha contado?

-Lo más curioso ha sido explicarles cómo he creado la escuela de los jaleos y los tangos. Mire, tras recibir el Premio Tío Luis el de la Juliana 2016 del Colegio Mayor Universitario Isabel de España de Madrid, y recibir el escudo de oro de mi ciudad, Mérida, me he sentido con más libertad para hablar. Ahora me siento reconocido como ese creador de un toque único, de una escuela, y siento que la gente me sigue y valora todo ese trabajo.

-¿Y cómo ha llegado a crear esa escuela?

-Pues mire, antes el acompañamiento a los jaleos era toque por bulerías, no era toque por jaleos. En cante, los jaleos sí eran jaleos, pero en ritmo eran bulerías. El propio guitarrista, sin querer, se iba a las bulerías al estar en fiestas de gitanos y todo eso, pero cuando se profesionaliza y se llevan los jaleos al escenario es cuando se palpa que son bulerías, se nota que la guitarra va muy rápida aunque el cante insisto, sí era jaleo.

Cuando yo cojo ese soniquete de pequeño veo que el jaleo lleva un ritmo más despacito…, y es que yo me fijaba en los bastones de los viejitos, y es ahí cuando empiezo mi toque: con mis silencios. Iban muy rápidos pero yo lo que hacía era pararlos, y darles unos silencios. En los jaleos tienes que llevar suavidad y aguantar el ritmo. Al salir Paco de Lucía todos querían seguirlo y empezamos a olvidar nuestros toques. Era un bestia y un fenómeno, pero yo me repetía a mí mismo «yo tengo que hacer mi toque guste más o menos» y es cuando esos sonidos que escucho en Portugal con la abuela Amparo vuelven a mí, y al empezar a tocar la guitarra en Mérida, meto todo eso. Todo lo que había escuchado de pequeño.

-¿Cómo está Extremadura respecto al flamenco?

Se nota que estamos viviendo un buen momento con esas representaciones en Nimes, Bruselas, Holanda…, estamos dando grandes pasos, pasos de gigante. En otras regiones tienen poquísimo flamenco pero triunfan porque se han sabido vender, y nosotros tenemos dos palos con los que sonamos diferente y con los que podemos salir a comernos el mundo. Nos hace falta dar caña y seguir entre todos poniendo en valor lo nuestro, ¡ahora es cuando nos estamos dando cuenta de la importancia que tiene nuestro flamenco! Pero lo cierto es que necesitamos salir más afuera, necesitamos internacionalizarnos y en eso la Junta de Extremadura lo está haciendo muy bien y así debe hacerlo: escuchando a los profesionales.

-¿Y ahora qué?

-Ahora, ¡a seguir luchando! Ahora es cuando nos estamos dando cuenta del valor que tiene nuestro flamenco. Nosotros tenemos algo diferente que gusta porque cada vez que nos movemos lo convertimos en éxito. Eso lo compruebo cada vez que salimos de aquí, con el Peregrino o con la Kaíta. Estoy contento de haber trabajado durante más de 40 años por ver lo que veo ahora: ese interés creciente por nuestro flamenco en todos los aspectos.

-Miguel, ahora que ya está de vuelta en todos los sentidos, ¿cree que los belgas han aprendido todo lo que aguarda el flamenco?

-Ellos lo han entendido porque la música es el lenguaje universal. Me acuerdo en una ocasión en una fiesta con unos chinos y unos empresarios…, había un clima de tensión que te ponías malo…, pero cuando empezamos a tocar, todos empezaron a relajarse…, la música es la mejor vía de comunicación…, mejorando lo presente.

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M. Isabel Rodríguez Palop

M. Isabel Rodríguez Palop

Una apasionada del Flamenco.

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